Introducción

Las comunidades nativas colombianas, como la emberá katío, han sufrido grandes consecuencias negativas. Según el periódico El Mundo, “el conflicto armado y otros elementos como la minería ilegal han contribuido en distintas violaciones a los derechos de los indígenas Emberá […] que se encuentran tradicionalmente en departamentos como Risaralda, Valle del Cauca, Chocó, Quindío y Antioquia” (2014). Sara Victoria Alvarado1 y Martha Cecilia Suárez2 (2009) exponen que la comunidad indígena emberá es uno de los grupos étnicos más importantes de Colombia; ubicado en la parte occidental de Colombia y en el oriente de Panamá, esta cominidad está conformada por aproximadamente 60 mil personas, y entre cada uno de sus grupos hay distinciones culturales y familiares.

En la actualidad, la población de la etnia emberá katío -que por lo general suelen llamarse emberá eyábida o katíos, que significa hombres de montaña- cuenta con 32 899 personas aproximadamente, y una de sus características es su asentamiento en caseríos. Debido a esta situación, varias familias de la etnia emberá katío se han desplazado por el territorio colombiano, y uno de los lugares de asentamiento ha sido la Comuna 10, más conocida con el nombre de La Candelaria, del municipio de Medellín.

En ese lugar, el proyecto Crecer con Dignidad, de la Secretaría de Inclusión Social y Familia de la Alcaldía, ha iniciado un proceso de intervención enfocado en el bienestar y desarrollo de los niños de esta comunidad indígena, al considerarlos merecedores de derechos específicos (Fonseca y Cardarello, 2005). Esta política pública busca el mejoramiento de la calidad de vida de los niños, de los adolescentes y sus familias por medio de servicios sociales que les permitan iniciar o dar continuidad a las rutas para el restablecimiento de sus derechos “inobservados, amenazados o vulnerados” (Crecer con Dignidad, 2017).

El informe Entre la adversidad y la persistencia: derechos humanos de Medellín 2006, destaca que en la década de los años noventa se presentó una oleada de violencia política contra los indígenas a nivel nacional, y una de las comunidades más afectadas fue la emberá katío: “las arremetidas trajeron consigo desplazamientos y amenazas individuales, asesinatos, desapariciones y detenciones arbitrarias, afectando a todos los grupos étnicos del departamento [de Antioquia y otras regiones más del país]” (ACA, 2007, p. 128).

La etnia emberá katío ha sido víctima de todo tipo de abusos por parte del ejército nacional, que toma sus territorios para cercar a la guerrilla y utilizar estos espacios como lugares de desplazamiento y refugios, ejerciendo una gran desigualdad que está planteada desde el poder sobre las minorías, como las étnicas (Krugman, 2016). Por tanto, la comunidad emberá katío ha sufrido una alta vulneración a sus derechos humanos; los permanentes bombardeos y enfrentamientos realizados en sus territorios ha generado el desplazamiento de sus caseríos a las grandes ciudades, donde encuentran apoyo insuficiente para recuperar una condición de vida humana. Según Ferrades y Medina (2003, citado por Rodríguez Meléndez, s.f.),

la vulnerabilidad de una persona o grupo depende de la capacidad para anticiparse, enfrentarse, resistir y recobrarse de las amenazas o del impacto de un fenómeno real o potencialmente destructivo. Por consiguiente, la vulnerabilidad depende no solo de la exposición a agentes y ambientes peligrosos sino también de otros elementos: la ausencia de protección, situaciones de desventaja que derivan de la carencia de recursos y atributos de las personas para responder al peligro, la falta de resiliencia o la limitada o nula capacidad para evitar, soportar, mitigar o recuperarse de un desastre; y la impotencia o incapacidad para influir en las condiciones de seguridad o de adquirir los medios de protección y ayuda (p. 2).

De esta manera, el espacio de la Biblioteca EPM, ubicada en la Comuna 10 del municipio, se convierte en un lugar que busca fortalecer los escenarios formativos de los niños emberá katío por medio de talleres y actividades de educación informal y no formal, a través del arte, la lúdica y la cultura.

Lo anterior tiene como finalidad garantizar a esta comunidad “el derecho a ser reconocido y respetado en su lengua y su cultura […] [y] el derecho a que todos puedan formarse en las nuevas tecnologías de la información y comunicación” (Kessler, 2014, p. 137). Solo así se empezarían a mitigar las consecuencias de esta problemática, pues en su haber se limita la asistencia periódica de los niños a las escuelas indígenas, impidiéndoles y retrasando sus procesos educativos (ACA, 2007, pp. 126-130).

La Biblioteca EPM se ha interesado en identificar y resaltar cada una de sus necesidades como colectivo minoritario para rescatar, sostener y transmitir sus saberes lingüísticos, ancestrales y artísticos; de igual manera, busca propiciar espacios para la resocialización e interacción del contexto social de la urbe donde los niños no se sientan excluidos ni diferentes en relación con las demás personas:

[…] la política de la igualdad (o de las desigualdades lo más “justas” posible) exige la preexistencia de una solidaridad elemental. La prioridad de lo justo no puede deshacerse por completo de un principio de fraternidad anterior a la justicia misma, porque exije que cada uno pueda ponerse en el lugar de los otros, y sobre todo de los menos favorecidos; [ya que] los lazos de solidaridad que nos llevan a desear la igualdad social están, al parecer, irremediablemente debilitados (Dubet, 2015, pp. 12-14).

Esta biblioteca, de carácter público, constituye un “universo de conocimiento […] en donde los niños juegan a aprender” (EPM, 2017). La Sala Infantil es uno de los lugares favoritos de los niños emberá katío, allí pueden jugar, ver películas o navegar en internet; los tecnólogos de servicios de información les leen cuentos, les facilitan el acceso a internet y les realizan talleres enfocados al desarrollo humano.

A través de la triangulación y el análisis aplicado a varias entrevistas en las cuales participaron tecnólogos y profesionales de diferentes instituciones públicas, este texto se enfoca en reflexionar sobre la Biblioteca EPM como un espacio educativo que busca el fortalecimiento y el bienestar de los niños emberá katío, quienes residen en la Comuna 10 del municipio de Medellín, y diariamente visitan la Sala Infantil de esta biblioteca para participar de sus actividades y cursos formativos.

A manera de contexto: la comunidad indígena emberá katío llega a Medellín

Desde hace aproximadamente “ocho o siete años”, según comentó la Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín, entrevistada en la Biblioteca EPM (2017),3 parte de la población emberá katío que ha llegado desde el departamento del Chocó se asentó en el sector de Niquitao4 por ser un contexto cercano al centro de la ciudad. Según el Profesional_2 de la Móvil Indígena de Medellín (2017), en la actualidad, solamente en el contexto paisa, la Móvil Indígena ha logrado focalizar entre 32 y 34 comunidades de 102 que existen en Colombia, lo cual representa alrededor de 3 500 habitantes desplazados de sus territorios hasta la gran metrópoli. Pese a esto, según el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos (DDHH) de la Población Indígena (2018),5 la única comunidad indígena que ejerce la mendicidad es la emberá katío, resultado del desplazamiento que han sufrido las comunidades nativas del país.

Esta problemática se ha identificado por medio de tres elementos. El primero de ellos se genera por las secuelas que ha dejado el conflicto armado: problemáticas psicológicas y enfermedades cancerígenas en la piel, que han sido ocasionadas por la masiva explotación de los recursos naturales en sus territorios. Lo anterior ha llevado al desplazamiento hasta las grandes ciudades en busca de tratamientos de la medicina científica.

El segundo elemento identificado ha sido la trata de personas. Según el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), los niños, las mujeres y los adultos mayores son traídos a las grandes ciudades, tanto por personas parte de comunidades indígenas como ajenas a ellas, para ejercer la actividad de la mendicidad en los espacios de la ciudad: “Eso viene sucediendo desde, más o menos, 1993. Esa situación no es únicamente una situación que viene ayer; es una actividad que viene hace muchos años” (2018).

Esto claramente se evidencia como un delito en el cual participan, en la mayoría de los casos, mujeres y niños. Con estas prácticas, quienes menos se benefician son los indígenas emberá katío, mientras que los grupos armados o al margen de la ley y los inquilinatos que existen en Medellín sí lucran. Además de esto, afirma el funcionario público de la Personería de Medellín:

[Los] tramitadores, en el caso de las víctimas, también los manipulan y les quitan sus “pláticas”. Entonces, ellos tratan de buscar sostenibilidad. Normalmente, los que piden limosna o los que ejercen la mendicidad son los niños, las mujeres y los adultos mayores, [porque a] los hombres nunca los ves pidiendo limosna. Los hombres simplemente manifiestan que a ellos no les dan trabajo porque no son estudiados, porque no hablan bien el español y todo este tipo de cosas (2018).

La Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín (2017) afirmó que “el ejercicio de mendicidad se ha vuelto como una práctica que ellos están adquiriendo para poder sobrevivir en la ciudad”. Por otro lado, pese a que algunas de las mujeres indígenas de esta comunidad han optado por vender artesanías fabricadas por ellas mismas (ver imagen), también se les ve una “coquita6 al lado [de estas] esperando, pues, como [que la gente les dé] la moneda” (Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín, 2017).

Imagen. Indígena en el Parque de Berrío, Medellín.
 Fuente: fotografía de Leandro Quiroz (2018). Archivo personal.

El tercer elemento, registrado en 2016, ha sido la corrupción que se maneja en algunos de los municipios más alejados del cono urbano en el país. Allí, la falta de la presencia estatal ha permitido que la minería incida de manera negativa en temas referentes a la salud y las necesidades básicas de las comunidades indígenas. Según lo comentó el investigador de la Personería de Medellín para los DDHH de la Población Indígena (2018), la mayoría de los indígenas emberá katío provienen del resguardo de Alto Andágueda7 y el municipio de Baudó,8 un lugar que ha sufrido las consecuencias de la mala administración pública y ha sido objeto de desfalcos monetarios destinados para la atención a las comunidades indígenas de la región.

La comunidad emberá katío y su pérdida de identidad cultural

Para el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), la identidad cultural se refiere a los aspectos vinculados con la historia de cada uno de los pueblos nativos. Se ha presentado un “desarraigo total” donde se han perdido las costumbres, la lengua y la identidad de cada comunidad. Esto ha llevado a que se pierdan varias de las 68 lenguas de los 102 pueblos indígenas existentes en el país:

[…] esas cosas que son invisibles, están acabando totalmente con la identidad cultural de los pueblos indígenas en contextos de ciudad, [y] son las que no se dan a conocer […] en los contextos urbanos como son las comunas y los barrios donde confluyen las comunidades indígenas. Entonces, hoy un pela'o ya no quiere ser indígena, un pela'o ya no quiere hablar la lengua. Entonces, esa generación va perdiendo todo el tema de la parte lingüística (2018).

De acuerdo con lo que mencionó el tecnólogo de Servicios de Información_1 de la Sala Infantil (2017), es allí donde se empieza a dar un proceso de “aculturación”, y por eso “la cultura de ellos se va transformando en [el] contacto con esta realidad [del contexto de ciudad]”. La población infantil empieza a tener un contacto directo con la ciudad, les empieza a gustar mucho más este contexto, y pierden “el hábito de labrar la tierra, levantarse temprano para cultivar sus alimentos [porque] prefieren estar en la ciudad” (2017).

El retorno de los emberá katío a la gran metrópoli

En 2016, la Alcaldía de Medellín efectuó un retorno masivo de 300 indígenas al municipio de Baudó, Chocó; sin embargo, después de haberlos reubicado en sus contextos originarios, muchos de estos indígenas emberá katío volvieron a abandonar sus tierras para reinstalarse nuevamente en la ciudad pese a estar tan alejado aquel municipio del pacífico colombiano. No obstante, según explicó la tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM (2017), al parecer había “personas que los están trayendo [a Medellín] y esas personas son las mismas que se benefician de la mendicidad que ellos ejercen [y] del estado en [el] que [estos] se encuentran” (EPM, 2017).

La Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín entrevistada en la Biblioteca EPM (2017) explicó que esa problemática ha sido generada por causa de una “multicausalidad” de factores que se ha hecho presente con diferentes procesos sociopolíticos. Aquello que más ha predominado y aportado ha sido “el desplazamiento causado por los grupos armados: el ejército y la guerrilla” (2017). Un ejemplo de ello es el estudio realizado por la Unidad para las Víctimas de Medellín, donde se identificó que la tierra ya estaba lista para ser cultivada por sus agricultores nativos. Se esperaba, entonces, que los emberá katío regresaran a su contexto natal, que volvieran adaptarse a sus costumbres y se alejaran del ejercicio de mendicidad; sin tener en cuenta que estos ya tenían “ciertas cosas de la ciudad, digamos ciertas comodidades; entonces, se terminan viniendo a la ciudad” (2017).

El empleado público explicó que “el Estado tiene que suministrarle alimentación”, pero contrario a eso, simplemente los dejó instalados en su contexto de origen y les mandaron siete toneladas de comida que se “dañó”, porque la administración pública no implementó un lugar de almacenamiento para esta; “entonces, la mayor parte de esa comida se dañó. Se tuvo que botar, sí”.

El investigador aduce que esos son casos que no salen a la luz pública porque afuera “nada más cuentan hasta cierto punto”. Según comentó el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), el retorno a Medellín por parte de la comunidad emberá katío se debió a diversas situaciones que merecen ser analizadas no desde un “regreso”, sino desde el nivel de vulneración de los derechos por el cual pasa el pueblo nativo de Baudó, Chocó:

Cuando retornaron [los emberá katío] el año antepasado, de los 300 indígenas, cinco niños indígenas fallecieron en ese retorno. [Porque] estuvo mal planeado. No se garantizaron muchas cosas. En el tema de la salud, los niños iban enfermos; entonces, muchas circunstancias suceden allí. Yo diría [que] estaban mejor acá que allá (2018).

Otra de las versiones de por qué retornó a Medellín el grupo de los 300 emberá katío, según comentó el tecnólogo de Servicios de Información_1 de la Biblioteca EPM (2017), es por la identificación de “ciertos elementos”, como que los niños retornan a la ciudad porque llegaron a corta edad o nacieron en el contexto urbano, y les quedó el gusto por la vida citadina (Servicios de Información_1 de la Biblioteca EPM, 2017).

Un nuevo contexto para la comunidad infantil emberá katío

Como comentó el tecnólogo de Servicios de Información_1 de la Sala Infantil de la Biblioteca EPM (2017), los niños de la comunidad emberá katío se cuidan a sí mismos; “ellos tienen cierta autonomía por lo que les ha tocado vivir, con las condiciones de vida [con las cuales contaban]. Ellos velan por sí mismos. Los hermanitos mayores cuidan de sus hermanos menores”. Por eso, según aclara la tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM (2017), siempre hay alguien que se queda a cargo y al cuidado de los demás niños. Aunque también depende a quién delega el resto de la familia para que realice esta función mientras los mayores no se encuentren cerca de ellos.

Para el Profesional_2 de la Móvil Indígena de Medellín (2017) resulta “muy importante conocer aquellos niños líderes, porque cuando no hay líder usted les puede hablar de mil formas y no te entienden; pero cuando hay un niño líder dentro del mismo grupito, ellos pueden hacer más caso”. Lo anterior lo explica el Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín (2017); esto sucede, además, porque las madres generalmente están ejerciendo la mendicidad con los niños más pequeños o con aquellos en período de lactancia. “Los niños en el territorio van y exploran; van y empiezan a aprender a cazar, se meten en la parte selvática y ellos creen que están en la misma circunstancia [que allá en el contexto rural]” (2017).

De acuerdo con el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), los niños aprenden por imitación y reproducen las prácticas cotidianas que realizan los adultos de su comunidad: “si ven al adulto fumar cigarrillo, entonces para ellos es igual [fumar] cigarrillo que marihuana; o que ‘bazuco’. Entonces, cogen cualquier cosa y empiezan a seguir los patrones que hay en su medio; […] ellos no miden el riesgo” (2018).

Los padres de la población indígena infantil emberá katío

La tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Sala Infantil de la Biblioteca EPM (2017) afirma que los padres de esta población están ausentes. Acerca de estos, aclara que lo único que se conoce es lo que cuentan los niños que asisten a la Sala Infantil, si no fuera por ellos no se sabría nada al respecto; “ellos muchas veces ingresan a la Sala [Infantil], pero [es] entrada por salida; entonces, no tenemos mucho acercamiento [con las figuras paternas y maternas]” (EPM, 2017). A pesar de que se ha tratado de vincular a los padres de los niños emberá katío, con actividades que los integren más a sus responsabilidades de su rol de adultos protectores, no se ha obtenido un resultado satisfactorio:

los padres no van a entender el sistema de la autoprotección; el sistema que tiene el código de infancia y adolescencia con respecto de los niños, las niñas y los adolescentes. No lo tienen claro, porque ellos tienen otra forma de ver el mundo. Otra forma de ver las circunstancias. “Tú tienes que entender que tienes que llevar al niño allá a la biblioteca, vas a tenerlo cuatro horas o tiene la posibilidad de dejarlo cuatro horas [y luego] volver por él”. Ellos no lo van a entender, ni mucho menos los niños. Los niños llegan y se van y ya (2018).

Respecto de la estadía de los niños por largas horas en la Sala Infantil de la Biblioteca EPM, se ha presentado otra problemática relacionada con la dieta nutricional que necesita la comunidad infantil. Esto lo comentó la tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM (2017):

tuvimos casos tristísimos; en redes sociales apareció la foto de un niño emberá que queremos mucho, comiendo comida de la basura de acá, de estos negocios de frutas que hay cerca de la Biblioteca [EPM]. [Esa imagen] salió en las redes sociales; entonces, fue todo un escándalo, y yo le preguntaba: “¿tú por qué estás haciendo eso? Si tú tienes un celular muy costoso que podrías vender y comprar algo de comida, y comes de la basura”. Entonces, él me decía “tengo hambre”. Entonces yo le dije, “vende el celular y compras mercado” y él me decía que no, que no lo iba a vender.

La Móvil Indígena, al conocer este tipo de casos, tomó medidas en el asunto; sin embargo, los albergues y las instituciones habilitadas para atender el proceso nutricional de los niños emberá katío no tuvieron en cuenta aspectos relacionados a las costumbres alimenticias de la comunidad nativa. Según el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), es un tema amparado por el Decreto 4633 de 2011,9 el cual estableció el abordaje del enfoque diferencial incluso en los albergues, lugares donde se han alojado personas que hacen parte de la comunidad emberá katío.

Las instituciones como espacios de protección para la comunidad emberá katío

El investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018) comentó que la primera lucha que él dio, junto con las organizaciones que buscan garantizar el cumplimiento de los derechos de los indígenas, fue la creación de la Móvil Indígena en Medellín. El “primer error” que cometió la Administración Pública fue contratar personal que no pertenecía a ningún pueblo originario y, por ende, personas que no dominaban sus lenguas: “Entonces, logramos meter otras personas y empezamos [a] involucrar a los profesionales [residentes en Medellín] para repontecializar su conocimiento e ir haciendo el arraigo cultural con los indígenas que están en contexto ciudad” (2018). Este mismo investigador agrega:

[…] en gran parte, estoy hoy como indígena, acá en la Personería de Medellín siendo investigador para el tema de los derechos humanos de la población indígena. [Esto] ha surtido efectos porque hemos avanzado [y] ya estamos adelantando una política pública con indígenas. [A su vez], el equipo psicosocial también lo está constituyendo mucho personal indígena profesional; en fin, estamos avanzando en el tema de inclusión. Pero no es un tema de inclusión que es dado, sino que ha sido luchado porque nosotros hemos puesto nuestros argumentos, nuestros puntos de vista frente a la población indígena y cómo deben esos programas de llegarle [a esta] (Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena, 2018).

Una de las instituciones que ha estado activa con programas de intervención para la comunidad indígena emberá katío ha sido la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín. Esta secretaría, desde la Unidad Niñez, creó el proyecto Crecer con Dignidad,10 donde se le presta atención psicosocial a la población indígena con un acompañamiento a lo largo de toda la ciudad; específicamente se centra en el trabajo con los niños emberá katío residentes en el barrio de Niquitao: “Nosotros hacemos recorridos semanalmente a los inquilinatos de Niquitao. Nosotros constantemente estamos yendo a Niquitao; la población se comunica con nosotros y nosotros con ellos. También de los hospitales, cuando llega un caso nos lo remiten” (Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín, 2017).

No obstante, esta profesional contó que a través de sus recorridos por las zonas vulnerables ha podido hacer una evaluación que la ha llevado a concluir, junto con su equipo, que la ciudad debe fortalecer en gran medida el enfoque étnico; y de la misma manera deben hacerlo las instituciones de salud, las cuales solo proponen intervenir la problemática de la mendicidad, habiendo otras tantas por atender. Además, resaltó el tema de lo diferencial, el cual no se debe abordar con la idea que ellos -los indígenas emberá katío- son menores que el resto de las personas: “[Se debe tener en cuenta la] diferencia, pero desde la igualdad” (Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín, 2017).

Espacios educativos para los niños emberá katío

De acuerdo con la Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín, el programa Crecer con Dignidad ha estado orientado a tratar la situación de desescolarización de los niños indígenas desde un enfoque étnico, al igual que el mejoramiento para su sistema de salud y el suplemento a la necesidad de tener un registro de identidad. Desde allí, de la mano del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el programa ha empezado procesos de mediación a partir del diálogo, teniendo en cuenta los aspectos culturales de las familias indígenas previamente identificadas para que le permitan a la población infantil acceder al sistema educativo “porque estas comunidades del Chocó realmente no tienen esa cultura de la educación” (2017).

Desde 2016 se han iniciado procesos de escolarización basados en un enfoque étnico para los niños del pueblo emberá katío. Por tanto, la Secretaría de Educación de la ciudad de Medellín empezó búsquedas activas de profesores emberá que provinieran de esta comunidad para que, a partir de su lengua nativa, se empezaran a tejer procesos de enseñanza-aprendizaje, teniendo su bagaje cultural como punto central.

En 2017 los niños de la comunidad indígena iniciaron un proceso de educación especial realizado por docentes emberá, pues con estos se esperaba fortalecer la formación de aquellos pequeños por medio de un enfoque mediado desde la etnoeducación. La Institución Educativa Héctor Abad Gómez, seccional San Lorenzo de Aburrá, ubicada en el barrio Niquitao, diseñó un aula especial para que los niños emberá katío tuvieran la oportunidad de escolarizarse a través de su lengua. Esta gestión fue llevada a cabo por la Secretaría de Educación del municipio; sin embargo, ha sido difícil que los niños permanezcan en el aula de clase tanto tiempo, debido a las dinámicas comportamentales que han adquirido en el contexto citadino.

La tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM (2017) reportó que había varios niños que no deseaban estar en la escuela, y constantemente buscaban excusas para no asistir a este espacio, el cual “no han hecho suyo todavía”. A raíz de esto, los niños llegaban desde temprano a los espacios de la Biblioteca EPM, porque supuestamente no tenían clase en el colegio (tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM, 2017).

El papel del docente en la educación y el enfoque diferencial

Algo que se ha tornado necesario en el contexto paisa para el desarrollo educativo de la población infantil de las comunidades indígenas es el fortalecimiento hacia un enfoque diferencial, el cual es tomado como instrumento para la enseñanza-aprendizaje en pocas ciudades del país. Según el Profesional_2 de la Móvil Indígena, Medellín es uno de los lugares que ha empezado el trabajo con este enfoque “con el mero hecho de tener una institución acá [en] Niquitao, que tenga docentes indígenas para niños indígenas” (2017).

De acuerdo con el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), el enfoque diferencial no solo se centra en la realización de expresiones artísticas, sino que también hace parte de un compendio de prácticas que están siendo desvinculadas de los procesos formativos de las comunidades indígenas:

Nosotros los indígenas siempre nos buscamos entre sí para reconocernos como tal y esos son espacios comunitarios colectivos. Y esos [espacios] comunitarios, son espacios donde compartimos entre todos, ya sea a través de una comida, ya sea a través de la medicina ancestral, ya sea a través de nuestras discusiones organizativas políticas, de todo (2018).

Relata el investigador que se está haciendo un arduo trabajo para elaborar una política pública que garantice la superación de estas falencias desde el sector educativo, para así, fortalecer el campo étnico en contextos de ciudad. Desde allí se buscaría sensibilizar a la comunidad educativa al interior de las instituciones, por medio de iniciativas investigativas que generen un impacto en los docentes, sujetos clave para el sostenimiento y transmisión de conocimientos (investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos, 2018). Por tanto, la primera acción que se debe llevar a cabo sería la sensibilización para los docentes:

Al docente le va a molestar eso porque sería una carga académica más [para él]; pero, de todas maneras, uno tiene que decirle [a este]: “oiga, es que la Constitución [Política de Colombia] le obliga a usted, como Estado, a preservar, proteger y garantizar los derechos de las identidades culturales”. [Así, según este profesional indígena]. Empiezan a generarse esos espacios de tradición y los jóvenes van entendiendo y aprendiendo de toda esa memoria ancestral para poderla replicar en diferentes escenarios dentro de su hogar y con sus familias; de manera que ese arraigo no se pierda (investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos, 2018).

Por ello, como lo expuso la Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín (2017), el enfoque étnico se hace importante en la construcción social, porque desde allí las personas podrían comprender quién es el otro, cuál es la historia con la que viene y de qué lugar ha llegado sin que se le vulneren sus derechos humanos.

La Biblioteca EPM, un espacio de protección para la población infantil

Al principio, uno de los requisitos era que los niños ingresaran con un adulto responsable; sin embargo, la Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín (2017) resalta el avance que ha tenido la Biblioteca EPM, visto como un espacio de protección infantil, al permitir que los niños puedan entrar y permanecer en la Sala Infantil: “Los chicos, que desde que conocieron los espacios de la biblioteca fueron llegando más y más gracias al voz a voz, entraban [a la Sala Infantil] y utilizaban la computadora para ver videos musicales o jugar en la web”11 (Profesional_1 de la Móvil Indígena de Medellín, 2017).12 Por tanto, lo primero que se hizo fue un diagnóstico a partir de la opinión que los niños tenían respecto de este lugar de la Biblioteca EPM, pues se convirtió en un espacio tan importante para ellos; después, los tecnólogos que atendían el lugar empezaron a proponer y realizar diferentes actividades enfocadas en la pintura y el teatro.

La población indígena estaba representando un problema para la Biblioteca, porque el personal de allí no sabía qué hacer con los niños emberá katío, quienes se la pasaban corriendo por todas las instalaciones del lugar. Fue en ese momento cuando el personal de la Biblioteca EPM empezó a identificar las necesidades de aquella población que se empezaron a abordar desde las actividades formativas (anterior profesional de Educación de la Sala Infantil, 2018).

La Biblioteca EPM se convirtió entonces en un espacio de protección, donde los niños emberá katío pueden llegar y, a su vez, contar con que nadie vulnere sus derechos como población infantil:

Con los chicos indígenas se estuvo intentando, y creo que se logró; cómo vincularlos más al cuento, a la lectura; al menos que escucharan, que les gustara, que conocieran un poquito más la biblioteca con los límites también [que esta pone], con las normas, porque igual como cualquier otro niño tenían que cumplir con esas normas para que, de alguna manera, no alteraran el estado de la biblioteca, que era lo que pasaba antes. A la gente le molestaba [ver a los niños desplazarse por todo el espacio y]; yo creo que con el trabajo que se hizo sí se logró que, tanto profesionales como los mismos usuarios, aceptaran más a estos chicos. También con los mismos niños, cuando yo llegué, muchos niños decían “¡Ah! Es que esos indios”; entonces, nosotros empezamos a hacer un trabajo no solamente con los chicos indígenas, sino que también con los niños que iban a sala para que empezaran a ejercer ese respeto y ese reconocimiento [hacia el] otro. Entonces, todo ese trabajo desde el afecto, desde las actividades, logró que los niños ya reconocieran la biblioteca como un espacio diferente [y] no simplemente un espacio para estar (anterior profesional de Educación de la Sala Infantil, 2018).

Por tanto, este profesional propuso iniciar un trabajo de sensibilización y aceptación que involucrara a la comunidad indígena emberá katío en espacios sin discriminación, porque “huelen maluco o están descalzos” (anterior profesional de Educación de la Sala Infantil, 2018). Según la tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM: “En 2016 tuvimos una fuerte decisión de trabajarle al tejido; entonces, nos dotamos con materiales para trabajar con ellos y digamos que logramos tener como un espacio para educar distinto a lo que de pronto puede ser para nosotros la educación; pero sí era un lugar que educaba” (2017).

Actividades como El universo de historias13 o La hora del cuento, así como campañas de autocuidado y proyección de películas, son algunos espacios donde los niños emberá katío tienen gran participación. Según el tecnólogo de Servicios de Información_1 de la Biblioteca EPM (2017), si bien El universo de historias es una actividad de promoción de la lectura para el público infantil, esta no se dirige al público indígena exclusivamente, aunque uno de sus propósito está enfocado en captar también este tipo de público.

Para la anterior profesional de Educación, que estaba encargada de la Sala Infantil de la Biblioteca EPM, estos espacios deben tener una apertura para la población indígena, pues son lugares donde los niños no solamente se sienten seguros, sino que también “aprenden muchas cosas con los otros chicos y con los mismos auxiliares que están dispuestos y están prestos a enseñarles y a acompañarlos” (2018).

Biblioteca EPM, un espacio para la educación desde lo informal y lo no formal

Para el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), ese panorama que se presenta en la Biblioteca EPM debe fortalecerse a partir de herramientas que permitan el tratamiento de la problemática que afecta al público infantil emberá katío. Por eso, hay que adoptar herramientas desde la observación y la investigación para diseñar programas de formación y participación ciudadana en beneficio del fortalecimiento de las prácticas culturales del pueblo emberá katío (2018).

Para lograrlo, según lo plantea este empleado público, es importante identificar a los niños que ejercen un liderazgo en su comunidad, gracias al manejo de su lengua y también del español. Desde estos se pretendería “repontecializar” un líder positivo, que serviría de guía para su comunidad y generaría una resistencia contra la “aculturización” de su población:

Los niños ven esto como un espacio extracurricular, digámoslo. Así pues que, después de salir del colegio, llegar acá y divertirse; o, bueno, cambiar de monotonía [sin dejar de reconocer que] de trabajar [algo específico] con los niños, yo creo que […] sería más lo cultural, ¿cierto? […]. Ellos vienen [a la Sala Infantil de la Biblioteca EPM] y se sientan a ver videos de música ancestrales; y ahora en las comunidades indígenas estamos transformando también. Ya no es que estemos tocando una tambora con una flauta y baile en círculo ¿no?; pues, ahora estamos como transformando también todo lo que es la parte cultural, con instrumentos [y] con herramientas que vienen desde afuera; que no son propias en nosotros, pero [que] se ha venido trabajando en una forma muy bonita […] [con la] que estamos haciendo mucho para no perder nuestra cultura ancestral (Profesional_2 de la Móvil Indígena de Medellín, 2017).

No obstante, de acuerdo con lo dicho por la tecnóloga de Servicios de Información_2 de la Biblioteca EPM (2017), uno de los servicios más frecuentados, y en gran medida por el cual llegan los niños emberá katío a la biblioteca, es el servicio de audio y de video.

Por esto, el Profesional_2 de la Móvil Indígena de Medellín (2017) aduce que la Biblioteca EPM es un espacio de formación en el cual los niños navegan el mundo por medio del internet, juegan con todo aquello que encuentran en la Sala Infantil; este espacio se convierte en algo más que un juego, convierte en una oportunidad en la que los niños se alejan de la realidad que viven cada día.

Los emberá katío son personas muy visuales, y estas herramientas pueden ser utilizadas para establecer un canal de entendimiento entre aquello que piensan y dicen. Estas oportunidades generarían espacios de diálogo y procesos que pueden ser liderados por los jóvenes indígenas. De acuerdo con el investigador de la Personería de Medellín para los Derechos Humanos de la Población Indígena (2018), desde estos lugares de participación se resalta la importancia de los pueblos nativos y la preservación de su cultura.

A manera de cierre

Desde los años en los que se empezó a asentar en la ciudad la población indígena emberá katío han aparecido diversas problemáticas sociales, las cuales han tenido que ser intervenidas por las diferentes instituciones públicas a las que le atañen estos procesos. De esta manera, el conflicto armado, la trata de personas y la mendicidad han llevado a esta comunidad indígena a la vulneración a gran escala de sus derechos. Debe de tenerse en cuenta que, si bien los hombres de este pueblo se quedan en sus comunidades o residencias, las mujeres y los niños son obligados a participar en diferentes actividades de mendicidad para pedir dinero en las calles, pero ¿bajo qué condiciones y quiénes operan detrás de esto?, ¿serán los mismos indígenas o personas foráneas a sus comunidades?

Pese a que varias mujeres se han valido de sus prácticas culturales, como la elaboración de manillas, para conseguir dinero y llevar un sustento para su hogar, igualmente se les ve en las calles con letreros y recipientes para almacenar las monedas que las personas les brindan cuando pasan cerca. Estas acciones muestran la necesidad de revisar mejores estrategias sociales y políticas con la administración pública y otras entidades involucradas con el tema; sobre todo, en la intervención de problemáticas que se han vuelto una emergencia social, como los temas de salud pública y el abastecimiento de recursos para la carencia de las necesidades básicas que tienen las comunidades indígenas.

Estos procesos de “desarraigo total”, además de generar otras problemáticas sociales en el contexto de llegada, también provocan pérdidas de patrimonios inmateriales que aún posee el país, como las costumbres culturales, la lengua y la identidad de cada etnia. Con la llegada masiva de la población emberá katío a Medellín, sus prácticas culturales se han transformado hacia una realidad citadina que

conlleva varios procesos de “aculturización” y de problemáticas como la explotación sexual, la prostitución, la mendicidad, entre otras. Los emberá katío pierden su identidad cultural como indígenas, y para la población nativa disminuye la oportunidad de fortalecer los espacios socioculturales y educativos del país en beneficio de la preservación y transmisión de sus costumbres, desde unas propuestas que cuenten con un enfoque diferencial.

A cambio de esto, ya se han empezado a identificar problemáticas de consumo de sustancias psicoactivas en niños y adultos indígenas, y menores de edad con altas sumas de dinero, obtenidas del ejercicio de la mendicidad, ambas como causa de una “multicausalidad” de factores sociopolíticos, como lo es el desplazamiento forzado. Por tanto, se hace más complejo que la comunidad emberá katío regrese al contexto rural que pertenece, y se adapte nuevamente a sus costumbres.

Entre esto, la población infantil se ve altamente vulnerada en el contexto de ciudad. Esta cuenta con cierta autonomía, pues la presencia de adultos es casi nula; los niños se cuidan entre sí, los hermanos mayores cuidan de sus hermanos menores y son los encargados de guiar al grupo mientras sus madres ejercen la mendicidad con los niños más pequeños o en estado de lactancia. Es por ello que los padres de estos niños no entienden el sistema de autoprotección, porque tienen otra forma de ver el mundo y, por tanto, es algo que pasa inadvertido.

Por ello, la Biblioteca EPM se convierte en una institución de bienestar que los niños emberá katío empiezan a habitar a diario, donde comienzan a formarse en procesos educativos de la mano de la Móvil Indígena de Medellín. De esta manera, se realiza una labor más pedagógica por parte de la biblioteca, y se empiezan a fortalecer los procesos de intervención a través del enfoque étnico para resaltar el tema de lo diferencial en la esfera social.

El sistema educativo también ha colaborado para fortalecer este espacio desde el contexto oficial a pesar de que a muchos de los niños indígenas no les guste. A partir de 2016, cuando se iniciaron los procesos de escolarización basados desde el enfoque étnico para el pueblo emberá katío, se le ha apostado al fortalecimiento de la cultura nativa. Según ello, la Institución Educativa Héctor Abad Gómez, seccional San Lorenzo de Aburrá, en alianza con diferentes programas de la Alcaldía de Medellín, se convirtió en el primer colegio con un aula diseñada para la etnoeducación, especialmente para proponer procesos educativos en la población infantil emberá katío, por medio de su lengua nativa.

No obstante, la Biblioteca EPM ha sido otro espacio que, desde una propuesta educativa informal y no formal, ha contribuido a los procesos formativos de la comunidad indígena analizada en este artículo. La Biblioteca EPM, además, se ha empezado a ver como un espacio de protección infantil donde los niños emberá katío pueden permanecer en sus instalaciones y hacer uso de sus servicios.

Al principio, la población de niños emberá katío representó un problema para la Biblioteca EPM, debido a que jugaban por todas las instalaciones. A partir de esto, se empezaron a identificar las necesidades de aquella población y se comenzaron a planear actividades formativas enfocadas a intervenir y fortalecer los procesos de ciudadanía y convivencia en cada uno de los visitantes de la Sala Infantil. Esta sala se ha convertido en un espacio de protección donde los niños pueden sentirse cómodos mientras acceden a los beneficios tecnológicos y actividades lúdicas.

Actualmente, los pequeños reconocen la Biblioteca EPM como un lugar que les pertenece y que deben de cuidar, que les brinda servicios con los cuales se divierten. A su vez, el personal que trabaja en la biblioteca empieza a reconocer a la población indígena como agentes importantes para el tejido social de la ciudad, y que permea a esta institución.

Estos espacios deben tener propuestas con las cuales la población emberá katío aprenda sobre las diferentes situaciones por medio de actividades incluyentes. Para esto toman como medio las danzas, los cantos, los procesos de identidad cultural y el contenido lingüístico de su idioma. De esta manera, se deben proponer programas de formación y participación ciudadana para que el indígena tenga oportunidades que le permitan ver más allá de la realidad que le atañe.