Año 8, número 15, julio-diciembre 2023

 

 

Desarrollo económico y orgullo: el caso de las artesanas ralámuri de Majimachi, Chihuahua, México

 

Economic development and pride: the case of the ralámuri artisans of Majimachi, Chihuahua, Mexico

 

 

Addy Anchondo Aguilar 1

Damián Aarón Porras Flores 2

Anabel Ortega Rodríguez3

Universidad Autónoma de Chihuahua, México

Resumen

La mujer artesana aparece con fuerza en temas referentes al desarrollo económico local, por ser portadora de conocimientos ancestrales y transmisora de los mismos. En el presente artículo se analizó el desarrollo económico regional que se genera en torno a la venta artesanal, así como los temas relacionados al orgullo de sus raíces ralámuri y el regateo del cliente. El proyecto se realizó dentro del primer semestre del 2021, con mujeres artesanas del Ejido San Luis de Majimachi, Bocoyna, Chihuahua, México. Para ello se utilizó el método cualitativo, se recogieron 25 historias orales, bajo el procedimiento de categorización abierta; como técnicas se diseñó una encuesta semi-estructurada y se planearon entrevistas. Los resultados evidencian la aportación de las artesanías a la derrama económica en las regiones turísticas cercanas al Ejido, la autonomía de la mujer para la toma de decisiones en cuanto a cómo producir sus productos, el problema regateo y los revendedores.

Palabras clave

Artesanía ralámuri; cosmovisión; tradiciones.

Abstract

The artisan woman appears strongly in issues of local economic development, being the bearer of ancestral knowledge and transmitter of the same. The objective is to analyze the regional economic development that is generated around the craft sale, customer hugging, pride in their roots. It is based on the qualitative method under the oral history methodology, under the open categorization procedure. Applying semi-structured survey technique, field observation and interview, within the first semester of the year 2021. With a representation of 25 oral histories, 25 surveys and 10 interviews, applied to a Ralámuri woman from the ejido San Luis de Majimachi, Bocoyna, Chihuahua, Mexico. The results show an economic flow in the tourist regions of the municipality of Bocoyna and tourist centers near the Ejido San Luis de Majimachi through , the sale of handicrafts, triggering the main attraction the Ralámuri culture, in addition, the autonomy of women for decision-making regarding family spending, what to produce, how to produce it and for whom to do it, the high degree of haggling for its clients and unfair sales by resellers is shown, in addition, the pride of its ralámuri roots and being an artisan was verified.

Keywords

Ralámuri crafts; worldview; traditions.

DOI: https://doi.org/10.32870/cor.a8n15.7422

[Recibido: 19/8/2022; aceptado para su publicación: 12/5/2023]

Introducción

La producción de artesanías representa un orgullo ancestral para las mujeres ralámuri, labor que incentiva el desarrollo económico regional de algunas zonas turísticas en la Sierra Madre Occidental, específicamente en el Ejido San Luis de Majimachi, Bocoyna, Chihuahua. La autonomía de la mujer artesana en el Ejido se manifiesta en lo que produce, sin embargo, en repetidas ocasiones se enfrenta a un regateo constante por parte de sus compradores, visitantes nacionales y extranjeros con curiosidad por conocer la Sierra Tarahumara.

En este contexto, el presente trabajo tiene el propósito evidenciar las limitaciones y dificultades que enfrenta la mujer ralámuri en cuanto al desarrollo regional y el regateo turístico, además de explorar el orgullo de sus raíces y su autonomía.

Contexto del Ejido San Luis de Majimachi

La Sierra Tarahumara, parte de la Sierra Madre Occidental, se localiza en el estado de Chihuahua, al noroeste de México. Esta extensa cadena montañosa posee gran biodiversidad4 que impacta en las diferentes actividades económicas y de subsistencia de los habitantes de estos territorios (Herrera y Mancera-Valencia, 2015, p. 126).

Como parte de la Sierra Alta, se encuentra el Municipio de Bocoyna, fundado en 1702 por los misioneros de la Compañía de Jesús, con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe de Bocoyna. Su geografía comprende sistemas montañosos, valles altos, bosques mixtos, barrancos y cañones, dotándolo de paisajes turísticos como el lago de Arareco, los valles de los hongos, de las ranas y de los monjes, la piedra del elefante, la Casa Cura y el tren de pasajeros Chepe (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, CONACULTA, 2014).

Varios de estos sitios son parte del Plan Maestro de Desarrollo Turístico Barrancas del Cobre, iniciado en 1996, y que responde a proyectos de interés trasnacional, al cual solicitan desde Bancos Internacionales la inversión pública para el desarrollo de equipamientos y servicios turísticos internacionales, gestando diversos impactos geoeconómicos, pero también de orden sociocultural y ambiental. Entre estos, la demanda de agua y artesanías, que conllevan insumos vegetales muy frágiles dentro de los ecosistemas de la Sierra Tarahumara (Mancera-Valencia et al., 1995).

Dentro de Bocoyna, a 34 kilómetros en dirección noroeste de la localidad de San Juanito, se localiza el Ejido San Luis de Majimachi, que cuenta con una superficie de 3 144 kilómetros cuadrados, y un total de 51 habitantes. Es el pueblo más poblado de todo el municipio, en la posición número 59 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, 2020).

Las Barrancas del Cobre, la piedra de la Fertilidad, la Estación Pitorreal y la Estación Divisadero son algunos de los puntos turísticos más visitados del municipio de Bocoyna, y puntos de venta más cercanos al Ejido San Luis de Majimachi. La belleza natural, las artesanías ralámuri y los vistosos paisajes del lugar donde viven los Tarahumaras (ralámuri) han aportado en la mejora de la economía regional de la etnia, a la vez que son parte del fomento la cultura de la región.

Los ralámuri viven de manera dispersa en rancherías y pueblos que conforman el territorial del Ejido. De sus pobladores, 3.36% de los hablantes de lengua indígena no hablan español, siendo el tarahumara la lengua indígena más frecuente (99.4%). Otro dato importante a considerar es que más de la mitad de la población (60.3%) tiene nivel de escolaridad básica sin terminar (INEGI, 2021 p. 33).

Las artesanas ralámuri habitan la parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el estado de Chihuahua y el suroeste de Durango y Sonora. Varios etnógrafos consideran que la palabra rarámuri, como se llaman a sí mismos los tarahumaras, significa “pie corredor”, o poéticamente “pies ligeros”, idea muy ligada a su identidad. “Una de sus características distintivas es la resistencia física para recorrer largas distancias, caminar, correr, subir cerros, bajar barrancos” (Rincón, 2011, p. 41).

Desarrollo económico regional artesanal

Bocoyna es hoy la puerta de entrada al turismo que llega a la Sierra Tarahumara. Esta actividad permite el desarrollo de diferentes sectores económicos en la zona de Creel y alrededores, como hoteles, comercios, transporte, y sobre todo artesanías (Martínez et al., 2017, p. 16).

Se entiende por artesanía “un objeto o producto de identidad cultural comunitaria, ya que los procesos manuales son continuos y el uso de la materia es obtenida de la región donde habita el artesano” (Rivas, 2018, p. 81). Los habitantes ralámuri del poblado elaboran diversos productos artesanales: utensilios de barro y de madera, wares, molcajetes, instrumentos musicales (violines, tambores), muñecas, vestimenta típica, entre otros artículos.

Cabe señalar que las artesanías son consideradas un lenguaje con el que los artesanos construyen su tradición y educan las generaciones jóvenes, transfieren su amor por la naturaleza y lo que los rodean (Del Carpio-Ovando y Freitag, 2013). Esto proporciona un valor agregado al producto relacionado a la identidad, que puede motivar a los turistas a comprar las artesanías.

“En el contexto turístico, la identidad indígena se reconstruye para significar y difundir aspectos de la cultura de un pueblo o una sociedad” (Oehmichen, 2019, p. 54). Las artesanías entran bajo el contexto de souvenir, los visitantes las compran como un producto simbólico de la cultura y la comunidad. Los turistas compran las artesanías no con el fin de utilizarlos, si no como algo que les recuerda el lugar que visitaron. En este caso, la convivencia con la cultura ralámuri.

A su vez, la venta artesanal genera crecimiento económico dentro de las familias de las artesanas. Objetos de uso local o regional promueven nuevos mercados, lo que lleva a que más familias se dediquen a producir todo el año productos artesanales (Cornejo et al., 2009, p. 10). Esta situación revela la importancia de considerar la incorporación de las artesanías a programas de desarrollo económico regional, municipal y estatal. En el caso específico de las artesanas ralámuri, encontramos necesario que el gobierno se involucre para impulsar el mercado local y regional, con la intención de atraer a más turistas y, consecuentemente, aumentar las ventas de artesanías.

El oficio de la artesanía tiene la capacidad de producir nuevas alternativas de trabajo, lo que da valor agregado a sus materias primas (Luva y Ciliane, 2015). “La producción artesanal constituye un ejemplo claro de integración a las formas de producción, aprovechamiento de los recursos y conservación de estos a través de una producción artesanal sustentable” (Cornejo et al., 2009, p. 13). Las artesanas ralámuri han trabajado bajo este esquema durante muchos tiempos, conocen y manejan su entorno y los recursos que utilizan para la producción de sus artesanías.

Conocimiento ancestral de las artesanías Ralámuri

Las artesanías ralámuri involucran conocimientos que se han gestado desde tiempos antiguos, e involucran tradiciones, técnicas, diseños y hasta colores originales que dan sentido e identidad a sus artesanías. “Los saberes de tradición comparten conocimientos, proclamando al creador de su mundo y su pueblo, posteriormente sus antepasados, abuelos, tíos y sus padres, de quienes recibieron los conocimientos propios de su cultura, estos son construidos por la comunidad para luego transmitirlos” (Jamioy, 2017, p. 65).

Los saberes y conocimientos tradicionales y ancestrales de los ralámuri tienen una conexión íntima con los ecosistemas en que viven (hoy reconocidos como patrimonio biocultural5). De igual forma, los procesos de socialización por los que se transmite el conocimiento son de trascendental importancia. El patrimonio, como herencia cultural, se “traspasa” desde años atrás y de generación en generación, no solo como un proceso jurídico de propiedad enmarcado en un territorio, sino como “herencia geohistórica de prácticas y conocimientos tradicionales desarrollados en diversas zonas con diferencias ecosistémicas, donde la dimensión subjetiva entra en juego en las prácticas y en el conocimiento” (Mancera-Valencia et al., 2018. p. 126).

Los ejidatarios de San Luis de Majimachi son instruidos en la elaboración artesanal desde temprana edad por sus mayores, las abuelas enseñaron a las madres y las madres lo harán a las niñas y niños de la localidad. Para los ralámuri es esencial retomar todos los conocimientos y consejos de los ancianos, las autoridades (anayáwari) y de la voz de la comunidad (siríame), ya que estos les permiten transmitir la cosmovisión de la comunidad (Rodríguez, 2017). Esta herencia biocultural es construida desde una etnociencia y una etnopedagogía6.

El oficio del artesano es un proceso creativo único; representa un espacio, contexto y tiempo en el que se reproduce el saber ancestral heredado por medio de determinadas técnicas (Pérez ,1993).

Los ralámuri poseen una cosmovisión basada en creencias y costumbres ancestrales que han conservado por generaciones; son bases que sustentan su educación informal y no formal, lo cual tiene que ver con los conocimientos que se transmiten de padres a hijos, quienes inculcan la formación de vivir y convivir con la naturaleza para aprovechar lo que esta les provee; es decir, se trata de una educación que se transmite de manera generacional (Escudero, 2020, p. 139).

El rarámuri se considera a sí mismos como los “pilares del mundo”, entre las fuerzas que gobiernan el cielo y aquellos que están en la oscuridad intramundana, por lo que su papel en el universo es intervenir en los ciclos naturales con trabajo y ritualidad, para aportar energía vital al cosmos (Rincón, 2011, p. 41). Para la cultura, el Sol (Rayénari) representa la divinidad protectora de los hombres, y la Luna (Mechá), la diosa a cuyo reino pertenecen las mujeres (Martínez, 2016).

Las comunidades inciden en la preservación y reproducción de la artesanía, al proteger los usos, representaciones, expresiones, conocimiento y técnicas como parte de su patrimonio cultural (Medina y Armas, 2020). Por lo tanto, las artesanías de los ralámuri son fabricadas para satisfacer las necesidades técnicas y materiales de la familia, tanto para el uso cotidiano como para las ceremonias y rituales, pero también para la comercialización.

Desafío ético en la compra de productos artesanales

Los productos artesanales que se generan en el Ejido tienen como destino final puntos turísticos de venta, tanto de ambulantaje como local. Por ejemplo, en el Parque Barrancas del Cobre, localizado en los límites de los municipios de Bocoyna y Uruachi, se encuentran ubicados algunos puestos de ventas artesanales.

Sin embargo, el mercado ha sido invadido por artesanías pirata de mala calidad vendida a bajo costo. Esto crea una competencia desleal para las artesanas. La artesanía pirata “propició una saturación del mercado que hizo necesario subrayar los criterios de autenticidad establecidos, el carácter manual y el aura transmitida del artesano a lo producido, el carácter manual y el aura transmitida de la artesanía a la prenda” (Flores-Montes, 2019, p. 51).

Aunado a este reto, las artesanas de la región se enfrentan constantemente a otras problemáticas con toda la cadena de compradores (turistas, coleccionistas, revendedores, etcétera): las conductas de regateo (Arellano y Bocanegra, 2021). Por ser un oficio, no se valora el trabajo del artesano (incluso por turistas nacionales), lo que trae el fenómeno del regateo, reflejado en precios muy bajos. En el año 2020 se creó la compaña social Di no al regateo, con la intención de concientizar acerca del valor y esfuerzo que conlleva realizar una artesanía (Cruz, 2020). No obstante, hasta la fecha no ha tenido los resultados esperados. El consumo de los productos artesanales regionales de Majimachi vendidos sigue siendo principalmente de carácter recordatorio de una visita turística.

La venta de artesanías es la clave económica para algunas familias de artesanas, y ya que estas en muchas ocasiones no tienen educación, en ocasiones deben recurrir a intermediarios para comercializar sus productos (Ortega y Mejía, 2017); inclusive, llegan a intercambiarlos por comida. En la localidad del Ejido, se cuenta con un centro de acopio donde las artesanías son intercambiadas por productos básicos, como harina de maíz y frijol. Al indagar sobre el tema, los artesanos mencionaron que, si bien se hace un trueque, el total de sus artesanías no corresponde a los productos de consumo entregados, por lo que son tomados a bajos costos.

Ante estas prácticas, es necesario defender un consumo ético, capaz de distinguir situaciones que desmoralizan a los artesanos. Debe aspirarse a compradores conscientes y morales que transformen los criterios sociales (Cortina, 2002).

Orgullo de ser artesana

Desde la antigüedad, la mujer artesana ralámuri ha sido la proveedora del hogar. Estas mujeres son maternales, autónomas, activas, fuertes, emprendedoras, “además preserva las técnicas generacionales, estos conocimientos ancestrales y práctica son las artesanías manuales como cerámica, muñecas ralámuri, wares, prendas típicas y pulseras” (Anchondo et al., 2021, p. 148).

Para ellas, las artesanías representan su esencia, su orgullo, su identidad, su cultura. Son las responsables de transmitir los conocimientos artesanales a sus hijos. Pasar las técnicas y conocimientos de generación en generación crea un ciclo en el tiempo que se ha mantenido constante, lo que ha permitido reforzar los conocimientos y habilidades (Rivas, 2018).

Estas mujeres se vuelcan a la artesanía ya sea con la finalidad de aportar económicamente a su hogar o como parte de los rituales de la localidad. El apego a sus costumbres y tradiciones va dando paso a una identidad y orgullo de pertenecer a su etnia, “la mujer artesana está orgullosas de su profesión, que en cada artesanía deja un pedazo de su corazón y las realiza con amor” (Borunda et al., 2021, p. 16).

Metodología y técnicas de investigación

La presente investigación siguió el método cualitativo, que define varios aspectos interpretativos y naturalistas para analizar la realidad social con un enfoque situacional desde la perspectiva personal de (Rodríguez et al., 1996). La metodología empleada fue la historia oral, esta se centra en un sujeto individual, y tiene como elemento medular el análisis de la narración que este realiza sobre sus experiencias vitales (Valasachis, 2006).

Durante el primer semestre del 2021 se entrevistaron a diez mujeres artesanas de la etnia ralámuri en el Ejido San Luis de Majimachi, Bocoyna, Chihuahua; además se realizaron 25 encuestas semiestructuradas e historia oral a otras mujeres de la misma etnia.

La transcripción del material recabado permitió sistematizar la información a través de categorización abierta, para identificar patrones recurrentes –que vinculan socialmente a las artesanas al exponer situaciones comunes–, por medio de colores, símbolos o señales asignadas. Esto con el objetivo de realizar comparaciones y categorizaciones que permitieron analizar la información desde una postura teórica valida –se establecieron comparaciones partiendo de un escenario tipológico hasta llegar al estadístico– (Sanz, 2005). De los datos obtenidos se realizaron estrategias compartidas e individuales.

Resultados y discusión

Desarrollo económico regional

Según los datos obtenidos, en el Ejido San Luis de Majimachi la actividad económica es compartida dentro de la organización familiar (compuesta en su mayoría por padre, madre e hijos), es decir, cada uno de sus integrantes desempeña funciones específicas de acuerdo con su edad. La encuesta muestra que la principal actividad económica para la mujer ralámuri dentro del Ejido es ser artesana (91%), seguida de la agricultura (6%) y la ganadería (3%) (ver gráfica 1).

Gráfica 1. Actividad económica de la mujer ralámuri en el Ejido San Luis de Majimachi.

Fuente: elaboración propia.

Al respecto, Hortensia, una de las entrevistadas, menciona:

La mayoría de nosotras somos artesanas, nosotros realizamos la colecta del material para hacer el ware, los cuales los obtenemos del campo. No percibimos un sueldo como tal, pero de las ventas que nosotros realizamos tenemos para comer. Nosotras hacemos las artesanías, nosotras las llevamos de nuestras casas al lugar donde nos toca vender, nosotras las vendemos, entonces nosotras trabajamos todo el día, eso cuenta como trabajo, además, si la venta esta floja o no hay, les enseñamos a nuestros hijos a realizar las artesanías (Hortensia, entrevista personal núm. 09, 28 de abril de 2021).

Dentro de la investigación, se encontró que la mujer ralámuri toma un rol importante dentro del núcleo familiar. Afuera de una asamblea mensual del Ejido, Isabel señala:

Mi pareja y yo realizamos las cosas juntos, él me ayuda en los quehaceres de la casa, como mi papá le ayudaba a mi mamá, también yo sé sembrar, cuidar las chivas, arar la tierra, cuidar los chamacos, y les enseño a realizar artesanías para que tengan un dinerito extra para lo que se les ofrezca, y mis hijas por si les va mal en el matrimonio pues tengan con qué salir adelante solas, así tomamos las decisiones del hogar los dos (Isabel, entrevista personal núm. 5, 28 de abril de 2021).

Es relevante mencionar que el rol de la mujer de la etnia ralámuri se está reorganizando en torno a su economía familiar, al aportar monetariamente favorece el sustento del hogar. Esto constata lo expresado por Borunda et al. (2021): la mujer artesana ralámuri ha contribuido al impacto económico de la región, mejorando las condiciones sociales de su entorno, y generando progreso para sí misma, su familia y el territorio.

El papel de las artesanías es fundamental para el desarrollo económico regional, ya que representa un autoempleo; las mujeres emprendedoras del Ejido son generadoras de derrama económica que favorece a la economía y el mercado local.

Toma de decisiones en la elaboración de artesanías

Las mujeres ralámuri del Ejido son creativas, emprendedoras y proveedoras, lo que las hace sentir seguras de sí mismas. Juanita menciona: “nosotras podemos decidir por nosotras mismas, si un hombre no nos trata bien lo dejamos, sabemos trabajar la tierra, cuidar animales, criar hijos, hacerlos fuertes, podemos estar solas y también con un hombre” (Juanita, entrevista personal núm. 07, 7 de marzo de 2021).

Los resultados de la encuesta muestran que en 82% de los casos son ellas mismas las que deciden qué artículos artesanales producir; ellas diseñan diferentes estilos, realizan varias mezclas de colores a su conveniencia y gusto, pero sin perder el origen ancestral del ralámuri (ver gráfica 2).

Al vender las artesanías a los hoteles de la región y tiendas establecidas por el gobierno de Estado donde venden artesanías, varía el precio dependiendo del establecimiento, pues solicitan productos diferentes de acuerdo con sus necesidades. Esto indica que, si bien la artesana puede opinar sobre sus productos, no tiene la última palabra para su venta; situación que genera una desventaja para la artesana.

Gráfica 2. ¿Tú decides sobre qué artesanías producir?

Fuente: elaboración propia.

Dentro de las comunidades el revendedor es una figura muy sonada; en ocasiones, para el artesano resulta muy costoso salir de su comunidad a vender, por lo que vende sus artesanías a muy bajo costo, lo que resulta en que no tenga ningún tipo de ganancia (Dávila et al., 2020). En esta región también se ven en la necesidad de producir artesanías para revendedores e intercambiarlas por productos de necesidad básica para la familia.

Cabe destacar que, al preguntarles si ella podía disponer del dinero de sus ventas, la mayoría respondió que ellas son las que manejan su dinero, ellas deciden en que gastarlo o como administrarlo para el bien de su familia.

Desafío ético en la compra de artesanías

Cabe recordar que la presente investigación se realizó en el marco de la pandemia, situación que afectó a los pobladores del ejido, pues sus principales compradores se limitaban a los pocos turistas nacionales. Como ya se mencionó, una de las quejas más recurrentes entre los artesanos de distintas regiones del Ejido San Luis de Majimachi es el regateo de sus productos a mano de turistas locales y nacionales, quienes desean un costo menor al propuesto por la artesana. Esto deriva en el abuso de la necesidad de las artesanas por vender su trabajo al precio que pacten los compradores. Cuando se les preguntó sobre el sentimiento que les provocaba el regateo, 65% mencionó sentirse triste (ver gráfica 3).

Gráfica 3. ¿Cómo te sientes cuando regatean tus artesanías?

Fuente: elaboración propia.

Erika menciona:

La mayoría de los visitantes quieren precios bajos, no valoran algunas artesanías, creen que porque estamos aquí en la calle con nuestros tableros y maderos mostrando nuestros productos valen menos, como no contamos con un lugar como en Creel o en Hoteles de la región. Eso me pone triste, porque nosotros recogemos los materiales para hacerlos, los hacemos y los transportamos, son muchas cosas que tenemos que hacer para que nos digan que se los demos más barato, además tenemos que bajar los precios porque la gente ya está acostumbrada, y si no le bajamos se van y se los compran a otra que se los de más barato (Erika, encuesta personal núm. 17, 11 de junio de 2021).

De las entrevistas, 20% mencionó sentirse enojada. La mayoría de las artesanas coincide que cuando los “turistas compran en una tienda en Creel, allí no regatean, como ya traen el precio y allí no les rebajan nada, no se me hace justo, pero qué le vamos a ser, si no rebajamos no vendemos” (Anónimo, entrevista personal núm. 03, 28 de marzo de 2021).

Un 3% menciona que no siente nada porque ya está acostumbrada a rebajar su mercancía. Norma menciona lo siguiente en su entrevista:

La gente ya está acostumbrada a que le bajemos los productos, si no se van y compran en otro lado que les dé barato, he tratado de decirle a mi hermana o mi mamá que vendamos más caro y que bajemos poquito para sacar algo más, pero no quieren, dicen que se van a otro lado a comprar, mejor vender barato a no vender nada (Norma, encuesta personal núm. 7, 28 de mayo de 2021).

Esta situación revela una necesidad urgente de poseer espacios estables y condicionados para la venta de productos artesanales, de valorizar el trabajo artesanal y pagar lo que vale realmente (Martínez y Freitag, 2016).

A esto debe sumarse los productos de importación china que “compiten” con las artesanías realizadas por los ralámuri. Nely menciona lo siguiente:

Yo estoy aquí con mis artesanías en Barrancas del cobre, hay muchos productos chinos. Mira, esa muñeca mexicana es china, estos yoyos, troquitas y muchos son chinos, ellos venden a precio más barato, ¿y qué tenemos que hacer nosotros?, pues meter mercancía china, para poder vender al mismo precio que ellos para tener clientes [que] quieren que nuestros productos se los demos más baratos. Pero qué hace uno, pues tratar de vender, no hay más, así es esto, si ellos venden eso, a vender también, y quieren que les demos más barato también nuestros productos (Nely, encuesta personal núm. 08, 28 de mayo de 2021).

En estas compras deshonestas se aprovechan de su posición, esto debería considerarse un modo deshonesto de actuar por parte de los turistas, sobretodo conociendo el proceso por los que tienen que atravesar las artesanas ralámuri para producir sus productos.

Orgullo artesanal

Ante la pregunta, 95% de las mujeres artesanas consultadas dijeron sentirse orgullosa de ser artesana (ver gráfica 4).

Gráfica 4. ¿Te sientes orgullosa de ser artesana?

Fuente: elaboración propia.

Sin embargo, en las entrevistas algunas tardaron más en contestar al respecto. Por ejemplo, recibimos la declaración de Margarita:

Me siento muy orgullosa de ser lo que soy, soy Ralámuri, Tarahumara, soy yo, me gusta lo que hago, a donde pertenezco, me siento identificada con esta tierra, [con] la naturaleza, ella nos da todo lo que necesitamos hasta nos da qué vender. Cuando mis hijos me preguntan qué por qué no salgo de aquí a la ciudad, o por qué sigo aquí en mi cueva con sus hermanos, yo les digo, esto es lo que soy, esto nos lo enseñó mi madre y hasta las abuelas, y yo se los enseñare a mis hijos y a mis nietos. Me gusta cómo vivo, [pero] hay abusos, la gente no nos ve con buenos ojos, todo quiere barato, no nos miran igual que uno de ellos, pero cuando ellos están aquí nosotros somos más que ellos y hablamos en nuestra lengua para que no nos entiendan esos chabochi (Margarita, entrevista personal núm. 1, 7 de marzo de 2021).

El orgullo por sus raíces se ve en el porte de sus vestimentas, en la conservación de su lengua indígena, en lo feliz que se sientes cuando no les regatean sus productos y valoran su trabajo, en la integración de sus conocimientos ancestrales y en la transferencia de sus conocimientos a sus descendientes para que sigan vivas sus tradiciones. Por ello es conveniente hacer consciente a la ciudadanía del trabajo que se realiza día a día por estas artesanas, para decir no al regateo, respetar su valor, combatir la desigualdad y segregación, y ser empáticos con las necesidades que se viven en las zonas rurales, marginadas y vulnerables.

En contraste, 5% de las encuestadas no sienten orgullo al ser artesanas. Beatriz, madre de cinco hijos, artesana y vendedora en el parque turístico Barrancas del Cobre, mencionó lo siguiente:

Yo veo como sufrieron mis padres hasta para conseguir este lugar para vender las artesanías, estamos afuera del parque no adentro, no contamos con un localito, nosotros traemos todo para poder colocar nuestras cositas y venderlas aquí. Hemos sufrido muchos malos tratos, por todas partes, turistas, gente del gobierno, policías y hasta nosotros mismos. Yo estoy vendiendo aquí para darles una vida mejor a mis hijos, no les voy a enseñar el oficio de ser artesanos, los voy a meter a estudiar para que salgan de aquí, que no sufran lo que uno sufrió aquí, poca comida, poca oportunidad, ellos tienen que ser mejor que uno (Beatriz, entrevista personal núm. 9, 11 de junio de 2021).

Conclusiones

En esta investigación se encontró que la práctica artesanal de las mujeres artesanas del municipio de San Luis de Majimachi genera ingresos familiares, además de que aporta a la derrama económica regional, consecuencia de las visitas a las zonas turística en busca de conocer la cultura ralámuri.

Para algunas mujeres ralámuri vender artesanías es la mejor actividad que sus ancestros les pudieron enseñar; sin embargo, para otras mujeres artesanas ha sido una gran carga pertenecer a esta etnia. Estas últimas mencionan que han sufrido muchos abusos y carencias por ser parte de la cultura, se han sentido amenazadas, humilladas, por el simple hecho de ser indígenas. Para ellas, vender artesanías a representado un sufrimiento he inseguridad para su persona y sus hijos, lo que las lleva a asegurar que no se sienten orgullosas de ser artesanas, y que a sus hijos no les enseñaran el oficio artesanal.

En referente al regateo que sufren las artesanas, es indispensable crear conciencia de una cultura ética de compra y darles valor a sus artesanías, generar estrategias alternativas para promover la venta de las artesanías a precios justos y competitivos entre las comunidades indígenas, valorar los productos artesanales, no solo como un detalle de la vista a estas regionales, si no como un símbolo regional y carácter histórico.

Referencias

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CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO

Anchondo Aguilar, A., Porras Flores, D. A. y Ortega Rodríguez, A. (2023). Desarrollo económico y orgullo: el caso de las artesanas Ralámuri de Majimachi, Chihuahua, México. Córima, Revista de Investigación en Gestión Cultural, 8(15). https://doi.org/10.32870/cor.a8n15.7422

1 Doctora en Pedagogía Crítica. Docente-investigadora y profesora de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Agrotecnológicas, en la Universidad Autónoma de Chihuahua, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. ORCID: 0000-0002-4112-403X. Correo electrónico: aanchondo@uach.mx

2 Doctorado en Administración Pública por el Instituto Internacional de Derecho y el Estado. Docente-investigador en la Facultad de Ciencias Agrotecnológicas de la Universidad Autónoma de Chihuahua, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. ORCID: 0000-0001-9536-4007. Correo electrónico: dporras@uach.mx

3 Doctorado en Administración Pública. Docente-investigadora en la Facultad de Ciencias Agrotecnológicas de la Universidad Autónoma de Chihuahua, México. Miembro en el Sistema Nacional de Investigadores. ORCID: 0000-0001-7973-2172. Correo electrónico: aortegar@uach.mx

4 La sierra Tarahumara está conformada por cinco ecogeográficas: 1) sistemas montañosos y valles con bosques templados secos de coníferas, en altitudes superiores a los 2 500 msnm.; 2) mesas y valles altos intermontanos con bosques mixtos; 3) serranías, cañones y valles intermontanos con bosques caducifolios y mixtos; 4) barrancos, cañones y valles bajos con bosques de galería; 5) barrancos, cañones y valles angostos con matorrales espinosos y selva baja caducifolia. Estas regiones fueron identificadas en base de recorridos de campo y transeptos biológicos, así como del intercambio dialógico con biólogos, ingenieros forestales, agrónomos y con población indígena de diversas regiones de la Sierra Tarahumara.

5 Concepto relacionado al territorio-tiempo, y a la geohistoria de la apropiación y recreación sociocultural, lo económico y epistémico de los ecosistemas (Mancera-Valencia et al., 2016).

6 Nos referimos al conocimiento construido desde los parámetros socioculturales, lingüísticos, ecogeográficos y epistemológicos que se desarrollan en todas las culturas. Con esto se rompe la tradición de una sola epistemología dominante y de una sola forma de consolidación dialéctica en que se somete el corpus-praxis o praxis-corpus, sino que se habla de la pluralización epistemológica y al mismo tiempo una descolonización de los saberes y conocimientos de los pueblos que no son occidentales.