Año 10, número 18, enero-junio de 2025

“¿Qué más quieren que hagamos?”: prácticas culturales situadas en una pequeña ciudad

“What else do they want us to do?”: cultural practices located in a small town

Valeria Ré1

Universidad Nacional de Avellaneda

Resumen

El artículo analiza procesos relativos a la producción cultural en Chacabuco, una pequeña ciudad no metropolitana y periférica del noroeste de la provincia de Buenos Aires (Argentina). Parte de una etnografía realizada en el conversatorio "Escala Urbana y Gestión Cultural: desafíos y estrategias", el cual fue organizado para la comunicación de resultados obtenidos en una investigación sobre el sector cultural chacabuquense entre los años 2020-2023 y dirigido a toda la comunidad. Con base en el registro de esa experiencia, desde su diseño, producción y realización, el trabajo reflexiona sobre tres cuestiones referidas a la gestión cultural orientada a la pequeña urbe: 1) la producción de las presencias institucionales y personales con base en nociones de cercanía/distancia; 2) la definición de roles y estrategias entre quienes conforman el sector cultural local; 3) la especificidad de la gestión cultural en el ámbito de lo pequeño urbano. En la descripción de esta puesta en escena se registran representaciones y tensiones que dan cuenta de las complejas relaciones que derivan de una reflexión sobre la gestión cultural desde la escala urbana.

Palabras clave

Ciudad no metropolitana, cultura local, gestión, escala urbana.

Abstract

The article analyzes processes related to cultural production in Chacabuco, a small, non-metropolitan and peripheral city in the northwest of the province of Buenos Aires (Argentina). Part of an ethnography carried out in the public conversation "Urban Scale and Cultural Management: challenges and strategies", organized for the communication of results obtained in an investigation on the cultural sector of Chacabuco between the years 2020-2023 and aimed at the entire community. Based on the record of this experience, from its design, production and realization, the work reflects on three issues related to cultural management oriented to the small city: 1) the production of institutional and personal presences based on notions of closeness/ distance; 2) the definition of roles and strategies among those who make up the local cultural sector; 3) the specificity of cultural management in the small urban area. In the description of this staging, representations and tensions are recorded that account for the complex relationships that derive from a reflection on cultural management from the urban scale.

Keywords

Non-metropolitan city, local culture, management, urban scale

DOI: https://doi.org/10.32870/cor.a10n18.7485

[Recibido: 18/06/2024. Aceptado para su publicación: 23/09/2024]

Desafíos culturales en una ciudad periférica de pequeña escala

"Ese equilibrio difícil con que el pueblo tolera
sus propios márgenes -esa mezcla de asombro
y de prejuicio, de orgullo y crítica por las mismas cosas-..."
(Guerriero, 2023, p. 105)

Nuestra investigación2 se centra en la ciudad pequeña no metropolitana y periférica (Blanc, 2017, 2016, 2015; Capel, 2009, Gravano, Silva, Boggi, 2016; Greene y de Abrantes, 2021, 2018; Noel, 2017, 2016, Trimano, 2016). Y sus principales aportes tienen que ver con este objeto, ya que refiere a un territorio poco explorado en su especificidad. Indaga las articulaciones entre lo social y lo simbólico, principalmente aquellas relaciones que dan sentido y movilizan las prácticas culturales y artísticas en el ámbito de la pequeña urbe. Propone conocer posiciones, representaciones, relaciones y procesos que hacen e inciden en la vida cotidiana de los hacedores culturales en este tipo de contextos. En específico explora los procesos que articulan el orden social y simbólico dentro del sector cultural, identificando las conexiones de sentido con lo local, entendido en tanto límite y oportunidad.

A lo largo de nuestro trabajo en distintas ciudades argentinas de la región bonaerense (Chacabuco, Chivilcoy, Baradero) y del litoral (Curuzu Cuatia) venimos observando que el espacio social local está marcado por un alto grado de proximidad. Este configura un entramado afianzado de vínculos que hacen a la identificación y el (re)conocimiento de las personas según su posición social, sobre las que se gestan relatos basados en información no siempre verificable (Ré, 2021, 2020).

Estas relaciones se prolongan en el tiempo, promoviendo la sostenibilidad de esas tramas y posiciones de pertenencia al espacio, y han de ser acumuladas en la figura de trayectorias. A partir de esto, hallamos un espacio -en la práctica, efectivamente estrecho y heterogéneo- que vuelve finita la diversificación de las relaciones sociales, las cuales terminan reproduciéndose en una base estabilizada, sostenida por un trayecto delineado en el espacio social local y remarcado por las amistades, las filiaciones parentales y el ámbito laboral y/o barrial.

La investigación se desarrolla con base en una perspectiva procesual. Eso significa que parte de la observación y la reconstrucción de situaciones (Gluckman, 2003) para desde allí analizar asociaciones, trayectorias y escenarios. Esta estrategia metodológica busca abarcar el territorio sin caer en enfoques totalizantes, dualistas (rural/urbano, comunidad/sociedad) o insulares (aldea).

En línea a lo que plantea Noel (2016, p. 71) se trata de mirar el territorio a partir de “una geometría variable” que permita identificar articulaciones en múltiples niveles: individuos, colectivos, instituciones y redes. Nuestro trabajo consiste en rastrear particularmente los intercambios que promueven actores culturales y artísticos, y se enfoca en las significaciones que rodean a sus proyectos, objetivos y posicionamientos. De esta manera busca conocer en retrospectiva y a futuro, a través de la identificación y la sistematización de prácticas culturales y artísticas, los motivos, las necesidades y los problemas que promueven (o no) los circuitos y/o redes en el ámbito público o privado hacia adentro y hacia afuera de la localidad. Desde ese punto de vista, exploramos los límites de sentido que definen lo local y el impacto que las movilidades tienen sobre los procesos de diferenciación social e identificación cultural en y con la localidad.

En el periodo 2020-2023 trabajamos particularmente en el caso de la ciudad bonaerense de Chacabuco (aproximadamente 48.000 habitantes [INDEC, 2022]). Allí, a través de una estrategia de investigación cualitativa basada en entrevistas, etnografía y observación se indagaron las prácticas culturales y artísticas, atendiendo a las peculiaridades de su contexto social y geográfico. Esta ciudad agroindustrial de la llanura pampeana se encuentra en promedio a tres horas de viaje de centros metropolitanos como Buenos Aires, Rosario o La Plata (Imagen 1), ciudades con las cuales se mantiene un intercambio frecuente, pero con las que resulta difícil sostener una relación cotidiana.

Imagen 1. Ubicación Chacabuco en Provincia de Buenos Aires (Argentina) [Googlemaps, 2024].

Esta distancia relativa pondera el entorno cercano hacia el que requiere establecer una serie de redes complejas, ya que en general este tipo de ciudades no son autosuficientes (por ejemplo, en lo que respecta a servicios de salud, educativos, culturales o profesionales). A nivel regional, Chacabuco se ubica entre las ciudades de Chivilcoy y Junín (Imagen 2), ambas cuentan con mayor población y han mostrado un crecimiento significativo en las últimas décadas.

Respecto de estas, Chacabuco ha quedado relegada, con un crecimiento institucional más lento y precario, lo cual la ubica en una posición más dependiente. Todo este entramado geográfico incide en las condiciones en las que se produce, circula y consume la cultura a nivel local.

Imagen 2. Ubicación Chacabuco en Provincia de Buenos Aires (Argentina) en relación con ciudades cercanas [Googlemaps, 2024].

Desde un primer momento, la recepción de nuestra investigación ha sido muy buena entre artistas, gestores, funcionarios, periodistas a quienes nos fuimos acercando. Era reveladora la sorpresa que causaba nuestro interés sobre las prácticas culturales en la localidad. Esto daba algunos indicios sobre los niveles de invisibilización y lo poco valorados o reconocidos que se auto-percibían en ese hacer con la cultura en el ámbito local.

A partir de una primera instancia de contacto con el campo, basada en observaciones y entrevistas, elaboramos un diagnóstico que mostraba que la producción cultural en una ciudad no metropolitana y periférica como Chacabuco, que mira permanentemente al "centro metropolitano", lidia con el sometimiento a las lógicas hegemónicas que alimentan asimetrías y desigualdades, volviéndolas intrínsecas a la gestión cultural local por su condición marginal.

Esto nos advertía que circuitos culturales de este tipo, que tradicionalmente habían quedado fuera de las prioridades, requerían políticas que activaran procesos de descentralización de la cultura que faciliten la participación cultural de las personas que habitan en estos lugares (Beirak, 2022, p. 144). Y que para generar una descentralización real y efectiva se hacía necesario conocer, conectar e impulsar el desarrollo de las prácticas, escenas culturales y núcleos autónomos de actividad cultural más allá de los centros convencionales, aumentando la información sobre las dinámicas de los contextos locales.

La pregunta, entonces, es cómo se procesan las formas sociales sobre las que se desarrolla la experiencia de lo cultural y lo artístico en estos ámbitos “alejados”, atravesados por lógicas asimétricas y sumidos en procesos culturales que tienden a la reproducción del statu quo. De allí, nuestra investigación apunta a producir conocimiento sobre cómo se articulan el orden social y simbólico en el ámbito de lo pequeño urbano, ya que asumimos que esto supone una complejidad particular, asociada a los vaivenes de la conflictividad local propia de una sociabilidad de proximidad.

Por lo dicho, proponemos leer el territorio, ponderando las condiciones que impone la escala pequeño-urbana en la producción y circulación de la cultura. Más específicamente, exploramos cómo la cercanía y la ausencia de anonimato inciden en las fronteras simbólicas que, en lo cotidiano, afectan la producción y circulación del arte y la cultura a nivel local.

Respecto de esto último, por ejemplo notamos una deriva en la que lo social se impone a la producción artística. En efecto, observamos que en este tipo de contextos de altos niveles de exposición social (Ré, 2021; Blanc, 2016) o de rivalidades entre los actores culturales enmarcadas en un espacio social estrecho, el trabajo artístico muchas veces se repliega volviéndose sigiloso y/o solitario, o en su defecto se institucionaliza sobre segmentos sociales que se distinguen entre sí. Ambos impulsos generan dificultades al momento de construir lugares en común que tengan impacto en la comunidad en general.

En síntesis, puntualmente en el caso de Chacabuco, hallamos prácticas culturales y artísticas institucionalizadas que se sostienen en el tiempo y en el espacio con base en acciones sucesivas y recurrentes que se afirman en un trayecto que, en su huella, busca asegurar su continuidad. Esto suele organizarse con base en una práctica artística voluntaria, dependiente y no profesionalizada que suspendida en la "queja" produce en relación directa a la proyección que realiza el gobierno municipal de turno.

Con base en esta información diseñamos el encuentro que vamos a describir a continuación, el cual se incorpora como una herramienta metodológica más que nos permite poner en común jerarquizar y seguir pensando sobre estos y otros elementos identificados en los procesos de producción y circulación de la cultura a nivel local en el ámbito de lo pequeño urbano.

Producir el encuentro: de cercanías y distancias

Un sábado de fines de noviembre del año 2023, bien temprano por la mañana cuando empezamos a llegar con parte del equipo del Observatorio de Ciudadanía Cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV)3 a la sede de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) en Chacabuco (provincia de Buenos Aires, Argentina) para reconocer el espacio e instalar nuestro banner al lado del de la universidad anfitriona, uno de los docentes de esta casa de estudios también referente del sector cultural local en la rama del teatro y la murga menciona que solía ser muy difícil movilizar a la gente de esta ciudad y más complicado a los que están vinculados a la cultura cuando es muy temprano.

Ya desde la etapa de producción de la jornada que estábamos por inaugurar y que denominamos “Conversatorio: Escala urbana y gestión cultural: desafíos y estrategias” veníamos pensado en cómo sobrellevar esa tan mentada idea en la localidad. Sin embargo, confiábamos que el dispositivo que habíamos elaborado podía ser una potente herramienta de vinculación y movilización en el territorio.

La realización de una jornada de transferencia de los resultados de nuestra investigación en la ciudad de Chacabuco había surgido del interés de establecer un puente entre los hallazgos, las inquietudes recopiladas en el campo y las observaciones de la comunidad con las cuales se había trabajado.

Estos elementos fueron las premisas a la hora de tomar decisiones de acción desde una perspectiva situada y orientada a la pequeña urbe. Para avanzar en el desarrollo de aquello que fue la jornada, a continuación, se describen algunas de las características locales que tuvimos en cuenta en la etapa de producción.

El principal objetivo en todo el proceso fue crear un espacio de trabajo donde, desde una mirada académica, pudiéramos aportar herramientas de gestión en un campo no profesionalizado, que aparentemente tampoco cuestionaba esta situación. No era fácil conseguir este propósito, fueron muchas reuniones en las cuales principalmente nos movilizaban dos ideas en una irremediable tensión: cercanía y distancia. Veamos cómo estas nociones fueron modelando nuestras decisiones.

Desde el primer momento pensamos el encuentro en clave de gestión cultural. La definición de las actividades consistió en un proceso creativo y complejo en el cual debíamos definir qué hacer, cómo hacerlo y a cuáles referentes convocar para su realización. En la co-presencialidad con los diversos actores vinculados a la cultura de Chacabuco, propusimos continuar un diálogo donde se movilizarán valoraciones, problemáticas, necesidades y donde pudieran surgir herramientas de gestión cultural útiles para su implementación en el territorio.

Buscamos intervenir la distancia que implicaba venir desde afuera del campo, fomentando una postura activa y comprometida con la comunidad y al mismo tiempo promoviendo la participación de las personas que asistieron al encuentro. Trabajamos a partir de sistematizar prácticas culturales del territorio y propusimos una devolución en espejo para habilitar intervenciones críticas que fomentaran la construcción colaborativa de herramientas para fortalecer e impulsar desde la ciudadanía el campo cultural local.

En la ciudad de pequeña escala, el afuera y el adentro son fronteras muy significativas (Ré, 2019). En este sentido, el hecho de que la directora de la investigación fuera oriunda de esta ciudad -aunque ya no vive allí desde hace 30 años- facilitó muchas de las relaciones establecidas en/con el campo.

La existencia de esta sociabilidad previa, personalizada y reconocible, sostenida en relaciones cercanas, sin dudas redujo las distancias facilitando el acceso al campo. Pero, al mismo tiempo, ese pasado se interponía en el presente a través de su trayectoria familiar (hija de, hermana de), provocando movimientos que consideramos típicos dentro del marco de la pequeña ciudad, donde las referencias temporales solían quedar ancladas en estas dos orientaciones que favorecían el principio de continuidad, afirmando un mecanismo de reproducción sin cambio aparente. La apuesta epistemológica que organizaba la construcción de nuestra presencia debía apropiarse y distanciarse permanentemente de ese mecanismo temporal, que se volvía un recurso/dato para la investigación.

Teníamos que elaborar nuestra propia presencia, es decir, modelar distancias y cercanías. Este problema también surgió en el momento de decidir el lugar donde se realizaría el encuentro. Elegimos la sede Aula Chacabuco de la Universidad Tecnológica Nacional de San Nicolás -principal referencia universitaria pública a nivel local-.

Consideramos muy necesario pensar cuidadosamente el punto de encuentro, sobre todo porque nos atravesaba un año de elecciones presidenciales muy polarizadas que había profundizado las grietas entre los distintos proyectos partidarios. Pero también, porque habíamos recuperado en la investigación indicios de una marcada diferenciación y rivalidades político-partidarias entre distintos grupos característicos del sector cultural local.

En este sentido era importante para ampliar la convergencia de públicos evitar que la jornada se asociara a un partido político, agrupación u organización local. Por otra parte, necesitábamos un puente con legitimidad en la localidad. De allí que, a través de contactos personales, establecimos una alianza estratégica con la UTN que hasta ese momento no participaba activamente del escenario cultural chacabuquense, si bien había desarrollado algunas actividades de extensión orientadas al sector durante la pandemia COVID-19.

Esta institución nos facilitó recursos físicos y humanos, así como también tuvo a cargo el diseño de una comunicación que se creó en forma colaborativa, respetando la estética institucional de la universidad anfitriona, dándole una impronta “familiar” entre los locales. Nos acercaba venir de la universidad pública y gratuita, en un contexto electoral donde eso estaba siendo criticado y desvalorizado. Aunque las disciplinas que ofrecía el aula UTN eran diferentes a las de nuestro trabajo, la gestión del encuentro produjo cruces y proyecciones que las volvieron más cercanas. Así, el lugar cobró otro protagonismo inesperado.

Por último, quizá lo principal, quedaba construir nuestro posicionamiento como interlocutores. Esto derivó en una problematización más compleja de describir. Tuvimos como premisa la horizontalidad, en contraposición a toda idea de verticalidad que pudiera representar algún tipo de jerarquía en torno a las díadas “universidad-comunidad” o “centros-periferias”.

Nos preocupaba que el hecho de venir de ‘afuera’ a explicar el ‘adentro’ provocara una distancia que afectara o distorsionara el diálogo y la interlocución. Toda nuestra atención estaba puesta en encontrar el tono y dar con los núcleos temáticos centrales entre los resultados de investigación, aquellos que serían más significativos para quienes participaran.

Al tomar en cuenta esto, al comienzo se expusieron los resultados de investigación. Primero, se problematizó la escala -en términos generales y más conceptuales- y luego lo que atañe al campo cultural local. Esto último, se comunicó alrededor de la siguiente serie de preguntas: ¿qué rol se espera del gobierno local? ¿Qué institucionalidad se requiere para propiciar la producción y circulación de la cultura en la ciudad y hacia afuera? ¿Cómo sustentarse desde los márgenes? ¿Qué infraestructura cultural soñamos en la ciudad?

La segunda etapa de la jornada consistió en dos módulos que tomaron como base tres problemáticas identificadas en la localidad de Chacabuco: 1) problemas en la comunicación de la producción cultural local en general (baja convocatoria y desinformación); 2) dificultades para generar instancias de asociación o cooperativas; y 3) falta de profesionalización en la gestión de la producción cultural local. La falta de información disponible y centralizada de la oferta cultural local se sintetizaba en dos frases nativas: “la gente no se entera” y “somos siempre los mismos”.

Estas ideas se acoplaban a la identificación de una producción cultural y artística principalmente individualizante, y sobre la que no se integraban nociones de identidad o identificación con aspectos de lo local (sea como problema o como oportunidad). Entendimos, a partir de este trabajo, que esto impactaba en la sostenibilidad de las propuestas culturales y dificultaba la promoción de redes o asociaciones. A estas dificultades se agregaban otras que tenían que ver con la falta de tiempo, las afinidades ideológicas o político-partidarias que funcionaban muchas veces como barreras, la ausencia de políticas públicas, la falta de infraestructura para la cultura, entre otras.

El encuentro se completó con la visita de dos docentes de la carrera de Gestión Cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda (Buenos Aires, Argentina), quienes fueron convocados para generar estímulos que permitieran desestabilizar lo dado: formación de audiencias y nuevos horizontes para la gestión cultural local.

Por otro lado, dos miembros del equipo compartieron sus experiencias como gestores de proyectos culturales desarrollados en redes o colectivos a fin de compartir dinámicas y resultados. Al final se propuso un espacio de reflexión donde volcar lo compartido durante el día. Una proyección de futuro, de creación colectiva de una idea, que pudiera ser viable para la ciudad. Esta instancia se pensó para la propensión de otras posibles acciones y vínculos a partir de los puntos en común, diferencias y afinidades entre los participantes.

El día del encuentro si bien no conseguimos la convocatoria esperada logramos una asistencia de alrededor de 17 personas que se habían hecho eco de las invitaciones, movilizadas por distintos intereses. Se armó un grupo variado de chacabuquenses que provenían de distintas vertientes artísticas (teatro, música, artes visuales, murga), dentro de las cuales ejercen diversos roles: director, actor, dramaturgos, productores, músicos, muralistas, coordinadores de talleres, ex y futuros funcionarios públicos del gobierno municipal. Las expectativas sobre la jornada señalaban ideas de “intercambio”, “fortalecimiento”, “estrategias”, “conocimiento” y “diagnóstico”; una síntesis de lo expresado en el formulario de inscripción que funcionó como indicador de las necesidades del sector.

El devenir del Conversatorio estuvo marcado por distintos climas, entre los cuales se destacó un despertar fervoroso de la "queja" a partir del reflejo que la descripción desarrollada sobre el campo cultural local produjo. La presentación de los resultados del trabajo funcionó como un espejo para el reconocimiento de los problemas que aquejan al sector y activó interrupciones que los afirmaban, al mismo tiempo que enfatizó la necesidad de seguir profundizando las posturas de los presentes. La queja expresaba el enojo generado por la evidencia de los límites, propios y ajenos, y sus efectos en la gestión cultural en el ámbito de ese territorio.

Por el contrario, en la segunda etapa, ante la serie de herramientas concretas en respuesta a sus necesidades y deberes, se percibió un notable silencio y atención. En el susurro por detrás de la conversación principal registrada en la grabación se podía escuchar como los participantes asentían y confirmaban todo lo conversado: “tal cual”, “eso es así”, “totalmente”, “qué interesante”. Una clara señal de que el intercambio estaba funcionando en la línea de lo esperado.

La puesta en común: los límites de la pequeña escala y la centralidad municipal

Acá realmente hay un abismo entre
las autoridades políticas y los artistas.
Los artistas nos matamos. Hacemos lo máximo.
[Rosa, Artista, Conversatorio, 2023]

La pequeña escala urbana es nuestro objeto y buscamos conocerlo a través de los procesos culturales que allí se gestan, atendiendo a su carácter y especificidad. Pensar las lógicas de producción y circulación cultural a nivel local desde la escala implica asumir las asimetrías que la atraviesan asociadas a su condición periférica.

Moguillansky y Fischer (2017) en un estudio sobre consumos culturales que toma la variable territorial señalan que los habitantes de las ciudades no metropolitanas suelen remarcar las limitaciones en la oferta cultural y, muchas veces, tienden a invisibilizarlas, ya sea porque no saben que existen o porque no se las considera atractivas.

Sumado a esto, lo que observamos en Chacabuco es que hay una tendencia a mirar, imitar o reproducir aquello que sucede en las ciudades centro y en ese mismo gesto se desencadena un proceso de debilitamiento de la producción cultural local, que tiene efectos sobre el reconocimiento y la valoración entre propios y ajenos al campo cultural de la ciudad.

También encontramos dispositivos dentro del sector que tienden a reproducir el statu quo cultural y social. Ante esto nos preguntamos: ¿con base en qué relaciones, representaciones y condiciones se (re)produce lo cotidiano del sector cultural en el espacio social local de esta pequeña urbe?

A continuación, describimos algunos rasgos de los tipos de dependencia y escasas estrategias de posicionamiento colectivo e independiente que caracterizan al sector cultural de Chacabuco.

Se podría decir que su falta de autonomía se explica principalmente por cuestiones que son estructurales y tienen que ver, por un lado, con el hecho de que en su mayoría los espacios de exhibición (salas de teatro, galerías, otros escenarios) son de gestión municipal. Esto conlleva que las alternativas de circulación de la producción cultural local sean dependientes de la política que cada gobierno determine en el uso de esos espacios.

Y, por otro lado, debería considerarse la escala de la ciudad, ya que esta limita la posibilidad de dar a la actividad cultural un carácter comercial (dificultades para cobrar entrada en los eventos culturales), lo cual impacta en la falta de inversión que pueda desarrollarla. En efecto, la centralidad del municipio en la dinamización del sector se vuelve muy significativa y hasta ahora vemos que durante el periodo estudiado en Chacabuco no han surgido dispositivos creativos que asuman la relevancia de ese lugar.

Dentro de la bibliografía sobre la gestión de gobiernos locales en el área de cultura suele encontrarse un sentido común compartido que, como sintetiza bien Mendes Calado (2023, p. 30), plantea en general agendas culturales alrededor de las demandas de conservación de algún patrimonio por parte de grupos de interés, por las demandas de los sectores artísticos y/u otros productores culturales de apoyo a su actividad por cierta necesidad de imitación de sus pares (otros gobiernos locales) y hasta por impulso de los niveles gubernamentales superiores (provincia y/o nación).

La agenda suele estar conformada por acciones amparadas en una idea restringida de la cultura meciona Mendes Calado, que básicamente consiste en talleres artísticos, apoyo a los productores, conservación del patrimonio, organización de eventos, entre otros.

Observamos que, en el período estudiado, la gestión cultural municipal en Chacabuco también se ajusta a esta descripción. Sin embargo, nuestra pregunta excede la cuestión institucional o presupuestaria (Rebón, 2014, Tasat, 2014), y se orienta a analizar la gestión cultural observando las articulaciones entre el orden cultural y social en el marco de la sociabilidad típica de lo pequeño urbano. De allí que nos interesan estas instancias de conversación, de puesta en común, como espacios de pesquisa para conocer de qué manera se producen y representan las prácticas culturales en estos territorios desde la propia perspectiva del sector en su conjunto.

Entre diagnósticos y situaciones que fueron expresadas durante el Conversatorio que describimos, se destaca una tensión clara en la escena cultural de Chacabuco principalmente orientada al rol de la gestión municipal de la cultura. En el debate quedó de manifiesto, en tono de queja y de reclamo, la ausencia de políticas culturales que organicen las relaciones y que favorezcan la actividad del sector a nivel local. Esto era potenciado en la denuncia por un marcado desinterés y falta de profesionalismo4 de quienes venían ocupando sucesivamente los cargos de Dirección/Secretaría o Subsecretaría de Cultura en la localidad, según el periodo en los últimos años. Si bien entre los asistentes se encontraban algunos ex funcionarios, en ningún momento los presentes se dirigieron a ellos en forma personal. Más bien los reclamos se hicieron de manera generalizada e institucionalizada.

Cabe en este momento abrir un paréntesis en el desarrollo y marcar un contrapunto con algo que surgió en la conversación colectiva. Nos parece importante reponer aquí la visión de un reciente ex funcionario en el área de cultura local para ubicar las tensiones relevadas. Por ejemplo, desde su punto de vista la queja de los hacedores solía ser efecto de personalidades individuales conflictivas [“es una persona muy difícil”] o de rivalidades entre asociaciones [“es muy difícil, todo el mundo tiene problemas con el otro y quieren que yo se lo solucione", "la mirada de ellos es que yo me haga cargo”].

En este tipo de ejemplos aparece con claridad el municipio como espacio integrador y legitimador, espacio de reparación frente a la falta de reconocimiento o de valoración que los hacedores culturales encuentran en la comunidad en general o entre sus propios pares. A esto debe agregarse la condición de proximidad de lo pequeño urbano, donde los niveles de confianza, atados a relaciones anteriores o familiares, convertía al área municipal en un lugar de disputas que se volvían “familiares”, donde lo personal y lo político se interseccionaban permanentemente, dejando entrampada la posibilidad de gestionar con cierta distancia crítica los asuntos que competen al sector:

yo tengo agrupaciones enfrentadas entre sí, que, si le doy lugar a una, viene la otra. "X" me mandó un audio, porque vio en la página de la municipalidad que el intendente recibió a la asociación "Y". Dice, "Reconocimiento, ¿cómo?". Me llamó por teléfono. Y vos tenés que explicarle… "a ver "X" son dos cosas distintas: reconocimiento como entidad de bien público, o sea se conformaron por eso la recibe el Intendente con el Director de Relaciones Institucionales". "X" toma como que le reconocieron el trabajo y hace 4 años que están trabajando y ellos están hace 20 trabajando por la cultura del pueblo y no los reconocieron... Entonces, yo le dije que no le reconoce el trabajo el Intendente, es reconocimiento como entidad de bien público, es un papel, una burocracia, un decreto que ahora les va a permitir… Por eso te digo, el ego individual, el ego colectivo de la asociación contra el ego individual y asociación de otros. Es muy difícil. Creo que a nivel relaciones humanas el área más difícil para trabajar es la del arte y la cultura (Ex Funcionario de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Chacabuco, entrevista, 2021).

Nuestro trabajo piensa sobre la especificidad de la gestión cultural en un marco de proximidad y de relaciones que perduran en el tiempo, condiciones que hacen entrecruzamientos sociales que caracterizan la cotidianidad en la ciudad pequeña. En este sentido, notamos que la definición y configuración de los roles dentro del sector cultural es un tema relevante. En relación con esto quedaron planteadas dos cuestiones muy interesantes durante el encuentro.

Por un lado, quedó de manifiesto el desconocimiento sobre la forma de trabajo de los otros. Una especie de paradoja que, en un espacio definido por sus relaciones próximas, prime la falta de información de aquello que el otro está haciendo en materia de producción artística o en estrategias de circulación.

De esto último se desprende otro asunto que se había plasmado en la conversación: el desdibujamiento de los roles que los mismos actores podían proyectar para mejorar la calidad de sus creaciones o los de la comunidad en general. Esta elocuente particularidad se expresó de la siguiente manera durante la conversación colectiva:

Nosotros hacemos las obras, ellos hacen teatro, el que escribe, y nos lleva una energía hermosa, terrible. Entonces, ¿qué más quieren que hagamos? El problema es político, porque no saben lo que es el hecho cultural y ponen a personas que creen que es una gestión. No es una gestión y nada más, es involucrarte y amar lo cultural (Rosa, Artista, Conversatorio, noviembre 2023).

La confusión al momento de la definición de roles y el lugar de la política en su relación con el sector fueron los señalamientos compartidos por quienes participaban de la reunión. En el mismo sentido, se advertía el énfasis en el compromiso “personal” con la cultura. Este punto era significativo, teniendo en cuenta que en este tipo de escala urbana el conocimiento del otro se da de una manera más cercana/próxima. Es decir, cuando se moviliza lo personal, lo hace involucrando toda su trayectoria a nivel local, sobre la cual se tiene un conocimiento a nivel social que va más allá de la construcción de su presencia pública:

Yo soy artista y el otro que haga su gestión cultural y, sino que se vaya, porque lamentablemente todo el dinero que podría ir para la comunidad artística se va en política. Yo he tenido una experiencia muy buena, donde se involucraban muchísimo a nivel personal con los artistas, con los proyectos y hacían lo máximo que podían. Pero después, cambió de nuevo la línea de cómo dirigir una ciudad (Rosa, Artista, Conversatorio, noviembre 2023).

Hubo un solo intendente en Chacabuco que ponía plata del bolsillo de él para mantener una sala de teatro, un solo intendente que fue en la época de La Mueca [emblemático grupo de teatro independiente]… (Sandro, Actor, Conversatorio, noviembre 2023).

Se sigue en esta línea en una entrevista fuera del marco del encuentro, una funcionaria municipal del área de cultura había mencionado que frecuentemente ella ponía “dinero de su bolsillo” para dar curso a algunas solicitudes. Si bien esos gestos sí parecían ser valorados y quedar en la memoria de los presentes, el problema de esta modalidad era el hecho de avalar acciones irregulares y sin transparencia que tenían un impacto débil en la activación del sector. Además, conformaba una práctica que solo podían llevar adelante quienes contaban con facilidades económicas previas a su gestión en el ámbito de lo público, marcando una impronta del perfil político-institucional.

Durante la conversación se ensayaron definiciones del rol del municipio. Una de las asistentes trajo una posición que podríamos considerar de sentido común, pero de la que no se encuentran referencias en Chacabuco. Proponía que el área municipal construya una posición de ‘mediación’. Sin poner dinero de su bolsillo, ni con base en el amor que pueda prodigar en lo artístico, quien dirigiera el área de cultura podría ocupar un rol ‘de servicio’, así el municipio podía ser vehículo de las alternativas vigentes o crear otras que promuevan un sector más activo, profesionalizado y organizado.

Pero, los otros participantes alertaron de que el municipio pudiera mediar de esta manera, ya que para ello quienes integran el sector cultural deberían tener claro su rumbo. Asimismo, esto requeriría que el municipio tuviera una política abierta con las áreas de cultura provincial o nacional, más allá de lo partidario:

Sí, yo creo que las políticas que ofrece de acompañamiento al trabajo de los artistas desde el Instituto Cultural [Provincia de Buenos Aires] no se promocionan a nivel local. Eso es algo que puede hacer un director de cultura, por ejemplo [Romina, actriz y productora teatral, Conversatorio, noviembre 2023].

Otra arista de esta problemática relación al interior del sector cultural con el agente municipal, analizada desde las condiciones que se traman en la ciudad de pequeña escala, es el hecho de que la localidad suele concebirse y representarse como una totalidad. Esto puede verse reflejado en algunas acciones implementadas desde distintas posiciones del sector.

Por ejemplo, está el supuesto de que el municipio debe ayudar a todos sus artistas cuando llevan sus producciones hacia afuera, porque ‘hacen conocer la ciudad’. Es muy común que estos se acerquen en forma individualizada a solicitar dinero para transporte o algún gasto ocasional en el marco de una acción fuera de la ciudad, algo que desde la propia representación del afuera otorga prestigio al evento o al artista.

Esta idea del artista embajador/a de una ciudad que es más diversa de lo que ese trabajo pueda referir o contar, se presenta como acontecimiento total en algunos referentes del sector. A nivel local, este tipo de prácticas funcionan de manera informal y constituyen la salvaguarda de la única posibilidad de ampliar la circulación:

sí, pero si no tenes apoyo del Municipio cómo vas [...] Hubo una época en que había intercambio entre ciudades, pienso que ese gasto lo necesitan o lo quieren invertir en otra cosa. Por eso desapareció. Yo me quiero comunicar con el arte de Chivilcoy, y que todos los gastos corran por la Municipalidad de Chacabuco, porque voy a estar representando a la ciudad… el dichoso presupuesto de cultura que es muy pobre, entonces piensa que llevar a las pintoras a Chivilcoy es un gasto extra y por eso que más que nada es político… (Carmen, Actriz y directora de teatro, Conversatorio, noviembre 2023).

Por otro lado, la figura de totalidad también se observa en las formas o dispositivos en los que la producción artística local circula. Algo que encontramos durante la investigación, y se confirmó en sus efectos por quienes participaron del encuentro, fue la referencia de que lo que “degrada” a la actividad cultural local es que se presenta siempre todo “mezclado”, “pegoteado” o como una “mera reproducción de cosas”:

O sea, también, ponen todo en una bolsa, todos juntos, todo mezclado, pegoteado espantoso y realmente nos degrada (Rosa, Artista, Conversatorio, noviembre de 2023).

Es señalado, y hemos observado, que en general -salvo algunas excepciones- las exhibiciones se organizan como un todo indiferenciado en el que se pierde el impacto que la obra o el artista puedan generar en el espacio de lo local, un claro ejemplo en este caso son los festivales de músicos locales o las muestras de artes visuales colectivas. Así lo describe Claudio en el intercambio generado en el marco del Conversatorio:

Lo que pasa mucho acá en Chacabuco, que es solo una mera reproducción de cosas, una cosa atrás de la otra y no hay una planificación, no hay un proyecto, no hay un promover algo, generar intercambios, proyectos a largo plazo. Entonces, me parece que hay que trabajar entre todos en cuanto a eso. Y que no sea solo estar peleando el lugar para hacer una obra… (Claudio, Actor, Conversatorio, noviembre de 2023).

Aquello que se observa hasta acá es que, en general, predomina la lógica de la “reproducción” y que, en el marco de la pequeña escala, romper esa correlación requiere de una acción política que derive de crear una nueva posición, la cual intervenga sobre las condiciones estructurales en las que se produce y circula lo cultural a nivel local. Algo de esto lo viene planteando desde hace varios años un activista cultural chacabuquense y en el encuentro lo comentó de la siguiente manera:

Verdaderamente los directores de cultura negocian con lo que cae y gestionan más o menos, a veces para quedar bien más o menos con todos los sectores, pero falta el sector de la crítica que no ordena (Gabriel, Artista y docente, Conversatorio, noviembre de 2023).

Hay allí una apuesta que excede el rol del área de cultura municipal y se ubica en la sociedad en general. Esto implica rupturas, cambios y producción de distancias que, en el marco de la proximidad característica de este tipo de territorios, se pueden volver problemáticas, a tal punto de tener efectos de cancelación en la vida cotidiana.

Como derivación de esto último, notamos que está aún lejos la gestión cultural en Chacabuco de integrarse en la construcción y fortalecimiento de la cultura como una forma de conocimiento de lo común. Hemos encontrado dispositivos de reproducción social y cultural muy arraigados, que tienden a reducir la potencialidad del sector.

Como planteaba Vich (2014, p. 92), la posibilidad de des-identificarse con lo establecido y promover nuevas situaciones requiere actores que cuenten con la capacidad de deconstruir, desnaturalizar, observar aquello que se ha afianzado en el mundo social, en lo cotidiano, en el sentido común y proponer nuevas identificaciones políticas. Si bien en Chacabuco empiezan a gestarse algunos movimientos en este sentido, aún se presenta lejana la posibilidad de esa ruptura que revele una nueva posición.

Conclusiones

Nuestra investigación apunta a territorios de pequeña escala, fragmentados y heterogéneos, que se encuentran en crecimiento y alojan una gran diversidad. Son pocos los trabajos que indagan las dinámicas sociales que sostienen las prácticas de producción y circulación de la cultura a nivel local en ciudades no metropolitanas y periféricas.

En este caso partimos de la reconstrucción de una jornada de transferencia de resultados de una investigación desarrollada en el periodo 2020-2023 en Chacabuco (Buenos Aires, Argentina) para mostrar algunos aspectos de las tramas sociales y la producción cultural en este tipo de ámbitos. De todo lo presentado, hemos sintetizado preguntas que pueden organizar próximas indagaciones y abrir al debate: ¿Cuáles son las complejidades particulares del sector cultural en el marco de lo pequeño urbano? ¿Cómo distribuir los roles en la promoción y circulación de la producción cultural local? ¿Qué prácticas podrían promover nuevas situaciones? ¿Es la autonomía del sector una alternativa? ¿Hay espacio para la crítica cultural? En Chacabuco hemos identificado relaciones que profundizan procesos que encadenan la dinámica cultural a las relaciones sociales y a la dependencia con el municipio.

Los artistas producen, pero reniegan de gestionar y por ahora suelen abandonarse a los circuitos municipales. Por su lado, la gestión municipal, siguiendo la lógica de lo social, se queda en la intención de poner en la vidriera, propiciando espacios donde todo se presenta mezclado y vaciado de una potencial proyección política que desestabilice formas arraigadas en la cotidianidad del territorio.

Entonces, cómo conceptualizar este tipo de praxis de la gestión cultural que se configura en un campo desorganizado, el cual orienta su mirada hacia los centros hegemónicos y no logra gestar una impronta que desde sus propias bases genere las condiciones de fomento y fortalecimiento del sector.

Sostenemos que para ello se requieren movimientos críticos al interior de lo local para que las políticas de descentralización de la cultura realmente se conviertan en acciones claves que multipliquen los núcleos de vitalidad cultural existentes y así garanticen la participación cultural de la ciudadanía. Deben resolverse primero las fuentes de legitimidad e instancias de reconocimiento en las cuales se juega su activación. Estas tendrán que venir de la creación de nuevas posiciones, la definición de nuevos roles, en los cuales las personas y la política recuperen toda su imaginación.

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CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO

Ré, V. (2025). “¿Qué más quieren que hagamos?”: prácticas culturales situadas en una pequeña ciudad. Córima, Revista de Investigación en Gestión Cultural , 10(18). DOI: https://doi.org/10.32870/cor.a10n18.7485

1 Doctora en Antropología social. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-9059-1814 Correo-e: vre@undav.edu.ar

2 La investigación es realizada por un equipo de docentes, estudiantes y egresados de la Licenciatura en Gestión Cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda (Buenos Aires, Argentina). Esta publicación retoma algunas ideas presentadas colectivamente en el VII Congreso Latinoamericano de Antropología (Rosario, 2024). Agradezco especialmente los intercambios y la reflexividad de Emilia Crechet, Santiago Reich, Sofía Franco, Belén Saralegui, Valeria Cardelle y Martín Vergara. Sin ellos este trabajo no hubiera sido posible.

3 La Universidad Nacional de Avellaneda se encuentra ubicada en la zona del Conurbano Sur de la provincia de Buenos Aires a unos 210km. de distancia.

4 Como señala Mendes Calado (2023), a partir de una investigación comparativa desarrollaron una clasificación sobre la experticia relevada en cargos públicos en áreas de cultura locales. Allí encontraron: 1) aquellos que conocen en un sentido amplio o en algún ámbito específico del campo cultural (el artista, el historiador, el intelectual, el director de escuela); 2) quienes poseen un capital y/o capacidad política, capital construido en la militancia, fundamentalmente político-partidaria, pero también puede ser social o sindical; 3) quienes poseen formación específica, trayectos formativos como la bibliotecología y la museología se suman desde fines del siglo pasado una pluralidad de opciones en gestión y políticas de la cultura, que van desde cursos breves hasta carreras de posgrado; y 4) quienes arribaron a las agencias gubernamentales de cultura por ser beneficiarios de programas de seguridad social con contraprestación laboral. Aclara el autor que estas categorías no serían excluyentes, sino que pueden aparecer integradas en una misma trayectoria.