Año 11, Número 20, enero-junio de 2026
Prácticas sociales en la Fiesta a Santo Santiago en Tonalá, Jalisco, México
Social Practices in the Feast of Santo Santiago in Tonalá, Jalisco, Mexico
María del Pilar Herrera Guevara1
Dirección de Cultura de Zapopan
Carlos W Haro Reyes2
Universidad de Guadalajara
Resumen
A pesar de que hay investigaciones sobre el patrimonio cultural de esta región faltan estudios que den cuenta de las prácticas sociales de asistentes a la Fiesta de Santo Santiago en Tonalá, Jalisco, México, en tanto actividad de significado para explorar la contribución del patrimonio cultural a la semiósis social en la región. Después de registrar etnográficamente algunas actividades de los asistentes, se entrevistó a algunos de ellos para obtener un discurso que pudiera ser analizado con los planteamientos de la semiótica social de la comunicación de masas propuesta por Charles S. Peirce (1997); así como las propuestas de Anthony Giddens en su Teoría de la Estructuración.
El objetivo de este trabajo es describir las prácticas sociales que realizan algunos asistentes a la Fiesta de Santo Santiago en Tonalá, Jalisco, México, a fin de documentar significados diferentes que surgen a partir del patrimonio cultural de ese contexto. Las conclusiones muestran que las acciones son eventos con conciencia, aspectos como la identidad cultural de las personas asistentes al evento son reforzados en parte por las prácticas sociales, aunque en sectores como los jóvenes se empieza a diluir el sentido de pertenencia por la globalización y otros fenómenos actuales que inciden en la cultura.
Palabras clave
Cultura, patrimonio cultural, prácticas sociales, semiósis, identidad.
Abstract
Despite existing research on the cultural heritage of this region, there is still a lack of studies that account for the social practices of attendees of the Feast of Santo Santiago in Tonalá, Jalisco, Mexico, understood as a meaning-laden activity through which to explore the contribution of cultural heritage to social semiosis in the region. Following an ethnographic recording of some of the attendees’ activities, several of them were interviewed in order to obtain discourse suitable for analysis drawing on the principles of social semiotics of mass communication proposed by Charles S. Peirce (1997), as well as Anthony Giddens’ Structuration Theory.
The aim of this study is to describe the social practices carried out by some attendees of the Feast of Santo Santiago in Tonalá, Jalisco, Mexico, with the purpose of documenting the different meanings that emerge from the cultural heritage of this context. The findings indicate that these actions are events performed with awareness, and that aspects such as the cultural identity of participants are partially reinforced through social practices. However, among certain groups, particularly youth, a sense of belonging is beginning to diminish due to globalization and other contemporary phenomena that exert an influence on culture.
Keywords
Culture, Cultural Heritage, Social Practices, Semiosis, Identity.
Introducción
Festividades, rituales, procesiones, cultos a las imágenes que representan lo sagrado en contextos de nuestro país son parte de la tradición, tanto hispana como indígena, que nos marca hereditariamente; forman parte de la vida cotidiana y por tanto de nuestra cultura. En la ciudad de Tonalá, Jalisco, México (localidad dentro del municipio que lleva el mismo nombre, el cual ahora forma parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara) hay numerosas investigaciones dirigidas al patrimonio cultural tangible como las edificaciones conventuales en la región.
Existen investigaciones sobre el patrimonio cultural intangible como la Fiesta de Santo Santiago que se celebra el 25 de julio, pero pocas sobre la semiósis o significaciones que los asistentes producen durante sus prácticas sociales en la festividad. Por ello, surge la pregunta ¿cómo dan significado a sus prácticas sociales los asistentes de la Fiesta de Santo Santiago a partir del patrimonio cultural? ¿Cómo reafirman su identidad a través de estas prácticas sociales esos asistentes?
El objetivo de este trabajo es describir las prácticas sociales que realizan algunos asistentes a la Fiesta de Santo Santiago en Tonalá, Jalisco, México, a fin de documentar significados diferentes que surgen a partir del patrimonio cultural de ese contexto, lo cual puede aportar a la investigación cultural de la región y generar conocimiento sobre el tema.
Las prácticas culturales fueron registradas los días 26 y 27 de julio en la Parroquia de Santiago Apóstol, la plaza Cihualpilli y las calles aledañas a la parroquia, en Tonalá, Jalisco, México. A partir de la perspectiva cualitativa, primero se registraron algunas prácticas sociales en tanto acciones que realizan los asistentes.
Se realizaron entrevistas semiestructuradas guiadas por tópicos que intentaron detonar el discurso de los entrevistados, y con ello tener un corpus de análisis. A dichas transcripciones se aplicó un análisis del discurso con palabras clave para obtener resultados que tuvieran relación con los planteamientos de la semiótica de Charles S. Peirce (1974) y la Teoría de la Estructuración de Anthony Giddens (1986) para evidenciar una significación sobre su participación en la fiesta.
1. Cultura, prácticas sociales y patrimonio cultural
Néstor García Canclini argumenta: “La cultura abarca el conjunto de los procesos sociales de significación, o de un modo más complejo, la cultura abarca el conjunto de procesos de producción, circulación y consumo de la significación de la vida social” (2004, p. 34). La sociedad se hace diferente de acuerdo con las aproximaciones culturales que tienen sus individuos.
No solo la cultura representa los aspectos más elevados como las bellas artes. También se refiere a formas de vida de personas y los grupos a los que pertenecen: “La cultura de una sociedad se compone tanto de aspectos intangibles -creencias, ideas y valores que dan contenido a la cultura- como tangibles: objetos, símbolos o tecnologías que representan ese contenido” (Giddens, 2004, p. 52).
Anthony Giddens (1986) expone que no importan las vivencia del actor individual, sino más bien las prácticas sociales ordenadas en el tiempo y en el espacio. La colectividad es el motor que impulsa las actividades que, de algún modo, se reproducen, se repiten una y otra vez en patrones que los mismos actores sociales establecen.
Giddens (1986) afirma que la estructuración reproduce las actividades que las personas establecen de acuerdo con su posición en la sociedad. Uno de los puntos de partida para las prácticas sociales es la hermenéutica, donde los agentes reconocen las formas de vida que se representan en dichas acciones.
De manera que la reflexividad que supone acciones, es en cuanto a una planeación previa que organice esas prácticas, y al ser racionales e intencionadas se convierten en un registro. En un proceso que deja una huella histórica al estar inmerso en el tiempo y en el espacio en un contexto determinado.
Las prácticas sociales no son acciones aisladas que involucran solo el movimiento corporal. Más bien son colectividades que desarrollan acciones racionales que forman procesos de conductas y actividades dentro de grupos sociales. La conciencia que las personas ponen en práctica durante estas interacciones es parte de la conducta humana, y puede ser no solo discursiva, sino también práctica, es decir, que pasa a la acción. Pero estas acciones a pesar de ser reflexivas pueden en ocasiones ser equivocadas o sin intención.
Giddens piensa: “La subjetividad es el centro preconstruído para la vivencia de cultura y de historia, y en consecuencia proporciona un fundamento sobre el que se edifican las ciencias sociales o humanas”. (Giddens, 1986, p. 39). Por ello, las prácticas sociales son acciones que realizan los sujetos inmersos en una colectividad, donde comparten modos de vida y de pensamiento. Sirven para establecer la estructura de la pertenencia y la identidad a través de significaciones, fortalecen la unión de la comunidad y la cultura de esos grupos.
El patrimonio es la herencia histórica y cultural que nos une como pueblo, es un conjunto de bienes tangibles e intangibles que definen nuestro pasado y presente. El patrimonio cultural no es un legado inmutable, sino un proceso vivo donde las sociedades reconfiguran sus símbolos y referentes.
Por otra parte, Néstor García Canclini (1999) describe el patrimonio como un ente diversificado que comprende no solamente los bienes arquitectónicos, objetos antiguos, restos arqueológicos, entre otras cosas, aunque por otra parte también incluye artesanías, bienes actuales, tradiciones, lenguas, conocimientos por mencionar algunos.
García Canclini (1999) menciona la dualidad del patrimonio que antes se ligaba con clases hegemónicas como palacios, pirámides, museos, objetos de la alta cultura, por ejemplo. Con el contraste de insertar en esta definición a los productos de la cultura popular como la cerámica, música indígena, relatos de campesinos y muchos otras cosas que surgen en las clases populares.
La Parroquia de Santiago Apóstol en Tonalá, Jalisco, México, es la última construida en el Valle de Atemajac después de la Conquista de este territorio por Nuño Beltrán de Guzmán. El templo y convento edificados por frailes agustinos a finales del siglo XVI, posteriormente pasa al clero diocesano. Al igual que en muchos templos en nuestro país, el patrono es el Santo Santiago montado en su blanco corcel, símbolo de la conquista y reconquista española en América Latina y la propia España.
Explica Ludwig Pfandl (1999) que Nuño de Guzmán había bautizado las tierras de Nayarit como la Mayor España Conquista del Espíritu Santo. Sin embargo, Juana I de Castilla (la loca), madre del Emperador Carlos V, en cédula real dada en Ocaña (España) el 25 de enero de 1531 ordena que dicho territorio conquistado se llame Reino de la Nueva Galicia, además de ordenar la fundación de la ciudad de Santiago de Galicia de Compostela en aquello que hoy es Nayarit.
Tonalá se deriva del vocablo náhuatl Tonallan, el cual significa “lugar por donde el sol sale”. Fue un importante señorío de los indígenas tecuexes en la región. El conquistador Nuño de Guzmán y su ejército ingresan a Tonalá el 25 de marzo de 1530. Los recibe en paz con comida, danzas y regalos la cacica de Tonallan, llamada Cihualpilli. Caciques tecuexes y cocas que forman parte del reino2 no están de acuerdo con este recibimiento y se agrupan junto al cerro Xictepetl. Nuño de Guzmán se enfrenta a ellos en feroz batalla invocando a Santiago Apóstol.
Una vez conquistado este territorio, inicia la conquista espiritual de sus habitantes por los franciscanos que acompañan a Guzmán, posteriormente se integran los agustinos, quienes se adhiere como Provincia del Reino de Nueva Galicia con el nombre de Santiago Tonalá. Esto por ubicarse a un costado del caudaloso Río Grande de Santiago, que nace en Ocotlán, junto a Chapala y recorre los estados de Jalisco y Nayarit hasta llegar a su desembocadura en el Océano Pacifico, cerca de San Blas, Nayarit.
Comenta Erick González Rizo (2015) que la construcción de la Iglesia conventual de Santiago en Tonalá, Jalisco, México, comienza a finales del siglo XVI. En un principio se atribuye a los franciscanos su edificación, sin embargo, afirma González Rizo que a esta orden religiosa se les negó el permiso para fundar un monasterio en esta región, por ello, fueron los agustinos los que obtienen la concesión para construirlo.
Con ese permiso otorgado directamente de la Audiencia en España, el obispado de Guadalajara pierde la administración de regiones como Coyula, San Gaspar, Tololotlán y San Martín. Luego se extiende también a Zalatitán y el barrio del Rosario, es decir, la parte oriental del Valle de Atemajac (González Rizo, 2015).
La Iglesia actual de Santo Santiago se hace paulatinamente de 1573 a 1648, reacondicionando áreas ya construidas al principio como una capilla abierta que luego se vuelve presbiterio, y patios que se abren donde hay partes mal edificadas. La torre se construye en un lapso de casi cincuenta años por problemas estructurales, ya que los muros de adobe tienen que reforzarse.
El templo original es de tres naves con techumbre de madera, aprovechando materiales que sobraron de sus primeras partes construidas. La planta de construcción sigue un esquema basilical para imitar la Catedral de Guadalajara y para darle mayor solidez (González Rizo, 2015). La presencia de los agustinos de 1578 hasta 1790 para luego dejar el convento al Clero Secular da como resultado variaciones arquitectónicas que se mezclan en el edificio. Van desde el barroco hasta el neoclásico, e incluso algunas muestran aspectos góticos.
La construcción de conventos agustinos prevalecía el uso de grandes muros perimetrales a modo de fortaleza medieval. Se cambia la madera de los techos de las naves por bóvedas de arista que resaltan en color oro, en su interior hay dos hileras de columnas, cada una con seis de ellas que sostienen los arcos. A los lados hay retablos tipo corintio. Es probable que el altar original sea barroco con contenido de dorados, en la segunda mitad del siglo XIX, se sustituye por uno más sencillo.
En los años cincuenta, el arquitecto Pedro Castellanos Lambley, sacerdote también, construye el altar principal, donde aparece en la imagen de Santiago. Para García Canclini:
El patrimonio cultural expresa la solidaridad que une a quienes comparten un conjunto de bienes y prácticas que los identifica. Pero suele ser también un lugar de complicidad social. Las actividades […] incurren casi siempre en cierta simulación al pretender que la sociedad no está dividida en clases, etnias y grupos (1999, p. 17).
2. Culto a la imagen de Santiago Apóstol y su significación
El culto a Santiago Apóstol toma gran fuerza en los conquistadores y luego en sus conquistados. La devoción a este aliado en la guerra es tanta que se construyen templos y territorios en su honor. La implantación de este mito es importante para la conquista, según comenta Mario Alberto Nájera (2001).
Por su parte, Hans Belting explica: “En la diversidad de imágenes a las que se les atribuye un significado, la persona humana confirma que es un ser cultural; imposible de ser descrito apenas en términos biológicos”. (p. 72). De manera que la imagen de Santo Santiago forma parte del vasto patrimonio cultural, tanto material como inmaterial.
Sus representaciones escultóricas y pictóricas, conservadas en templos, museos y espacios públicos, no solo poseen un valor estético e histórico, sino que también reflejan transformaciones en las narrativas sociales y religiosas a lo largo del tiempo. Al igual, las festividades en su honor, junto con las prácticas y relatos que las acompañan, mantienen viva una tradición que ha sido reinterpretada por las comunidades que la resguardan. Estos procesos de transmisión y resignificación evidencian la manera en que valores y símbolos culturales se preservan, adaptan y continúan vigentes en la vida colectiva.
A lo largo de la historia, la imagen de Santo Santiago ha sido adoptada por distintos grupos con propósitos diversos, convirtiéndose en un símbolo de gran plasticidad cultural. Desde su papel como estandarte en la expansión del cristianismo hasta su transformación en protector de pueblos originarios y campesinos, su representación ha estado en constante diálogo con las circunstancias y necesidades de cada época.
En Tonalá, Jalisco, México, su apropiación local no solo fortalece las tradiciones religiosas, sino que también forma parte de un entramado de expresiones comunitarias que consolidan la identidad de la región. La permanencia de su imagen en festividades, relatos, cultura popular y producciones artísticas demuestra cómo la cultura es un campo dinámico donde el significado del patrimonio se redefine y se actualiza continuamente.
El hombre es un animal simbólico, argumenta Ernst Cassirer (1976), respecto de las maneras en que los seres humanos estructuran su idea del mundo a través de conceptos. Las imágenes mentales de las personas se basan en las experiencias que tienen. Los símbolos son el medio por el cual los contenidos individuales se convierten en un significado grupal. Las formas simbólicas son importantes para comprender la realidad, por tanto, la significación que los sujetos construyen a partir de los signos es un rasgo que define la cultura.
De acuerdo con Charles S. Peirce (1974), un signo sustituye a un objeto para construir nuevos signos. La semiósis se define entonces no como un sistema, sino más bien como un proceso continúo de significación que orienta la cognición y la acción humana. Peirce expone:
Acentuamos el hecho de que la semiótica se propone el análisis de la dimensión significante de todo hecho desde el momento en que se asigna su pertenencia: el régimen de determinaciones objetivas que hacen significativo a lo real (Peirce, 1974, p. 12).
El pragmatismo describe la representación del mundo a través de los signos, en tanto una acción social. Los signos pueden ser articuladores de la acción predisponiendo a los sujetos. Dichas acciones se negocian dentro de un contexto. Además, el pragmatismo hace énfasis en las formas institucionalizadas de semiósis (rituales, religión, cultura), donde las sociedades reflexionan sobre ellas mismas.
La imagen de Santiago Apóstol en la Parroquia que lleva su nombre en Tonalá, Jalisco, México, es el punto de partida para el culto y festividad en su honor. De acuerdo con Peirce (1974), a partir de la clasificación de los signos que establece la semiótica, es en primer lugar índice, pues resulta el efecto de la conquista española en la región. Es quien encabeza el ejército que enfrenta a los indígenas y los somete, queda ahí como huella de la conquista.
También es icono, porque guarda relación de la forma con la realidad representada, el Apóstol montado en su corcel. Por último, es también símbolo, pues representa la aceptación de los vencidos a la religión cristiana; es representación de la mezcla de razas que se desarrolla en la región luego de la conquista, y es el patrono del pueblo. Charles S. Peirce explica: “Para que algo sea un Signo, debe ´representar’ como solemos decir, a otra cosa, llamada su Objeto” (Peirce, 1974, p. 23).
3. Identidad, territorio y pertenencia cultural
La identidad es una forma de pertenencia a una colectividad. Para Olga Lucia Molano (2007), la identidad cultural guarda el sentido de pertenencia a determinado grupo social con el cual se comparten gustos, similitudes, valores y formas de pensar. Explica Molano: “La identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y colectivamente y se alimenta de forma continúa de la influencia exterior” (Molano, 2007, p. 73).
Precisamente, en este tipo de manifestaciones se refuerzan aquellas que dan cohesión al patrimonio cultural, y van conformando la identidad de un grupo social. La cultura que prevalece en nuestro tiempo podría ser identificada como desterritorializada de acuerdo con Gilberto Giménez (1996). La globalización, los problemas de migración, las redes de comunicación que se esparcen por todo el planeta borran las barreras del espacio, dotando de múltiples límites los territorios que antaño estaban localizadas específicamente en lugares establecidos por tradición.
De esta manera, el territorio es un espacio sin barreras, donde existe asociado a un cierto valor como lugar de producción de alimentos para sobrevivir, como refugio, como zona natural de belleza, como lugar de vivienda o de origen, entre otros aspectos simbólicos. El territorio es la tierra natal, es lugar de eventos políticos, religiosos o simplemente familiares. Hay territorios internacionales, nacionales, locales e inmediatos que obedecen a aspectos geopolíticos y de administración de gobiernos. Pero sobre todo, el territorio va ligado inmanentemente a la cultura por los significados que representan.
Es lugar de apropiación subjetiva y símbolo de pertenencia, maneras de situarse en ese espacio desde lo mental interno hasta lo físico externo. Para Gilberto Giménez: “La llamada ´geografía de la percepción´ suele ocuparse de esta dimensión del territorio que implica una referencia esencial a los procesos identitarios” (p. 15). El contexto cultural es una suma de modos de vida, de creencias, de formas de actuar que los sujetos comparten, en tanto la parte mental, es decir, la trama de significados con que viven su realidad día a día. El entorno es la otra parte del contexto, donde interactúan las personas, entendido entonces como interno y externo (Geertz, 2005).
La pertenencia se manifiesta en rutinas y actividades de la vida cotidiana. Pero sobre todo, en manifestaciones culturales que expresan la colectividad: fiestas, rituales, procesiones, etc. Son aquellas que tienen relación con el patrimonio cultural inmaterial. Aunque el sentido de pertenencia socio-territorial se ha diluido y ahora las personas tienen participación en múltiples formas de pertenencia en diversas colectividades de acuerdo con su trabajo, escuela, viajes, etc. La pertenencia simbólica se reafirma cotidianamente en acciones e interacciones.
La hegemonía de la conquista es una continuación del medievo, donde el miedo se instaura en imágenes para mantener el control del enemigo. Por otro lado, el símbolo es un cohesionador de la identidad que surge a partir del mestizaje para dar lugar a la apropiación de un territorio. La exportación del símbolo cristiano a este continente supone una legitimación del dominio cultural.
4. Algunas prácticas sociales en la tradicional Fiesta a Santo Santiago, en Tonalá, Jalisco, México
Se menciona el término prácticas sociales para hacer alusión a una gama amplia de relaciones, individuales y colectivas, que los sujetos realizan en las festividades religiosas y puede ser similar a la Corriente de Usos y Gratificaciones (Blumer y Katz, 1974), donde la satisfacción de las necesidades comunicativas, la interpretación, el significado y el consumo cultural de los actores sociales se da por medio de festividades y rituales. En un proceso complejo que se desarrolla dentro de un contexto cultural y un entorno social específico.
A partir del 25 de julio, se inició la festividad en honor a Santiago Apóstol en la Parroquia que lleva su nombre en el centro histórico de Tonalá, Jalisco. La fiesta tuvo duración de una semana, en la cual desde las seis de la mañana la Parroquia celebró misas para los fieles. Desde temprano la música de chirimías sonó en las calles. Se tocaron las mañanitas para la imagen del santo. Numerosos puestos de comida y artesanías se instalaron en las calles aledañas al templo. Hubo platillos de toda índole: enchiladas, elotes, tacos, hotcakes, tortas, nieves, entre muchos otros se venden en los puestos y locales establecidos. El fervor de los habitantes de Tonalá, Jalisco, se manifestó en las calles para participar de la fiesta.
Al oscurecer se encendieron luces para que todo estuviera bien iluminado. Numerosas personas recorrieron las calles y se detuvieron en los puestos para ver aquello que se vendía. Dicen Ángela y Martha, de un puesto de aguas frescas:
La que más se vende es la de horchata rosita, aunque la de jamaica y alfalfa con limón también le gusta a la gente. La vendemos en vaso o en bolsa para llevar. Hoy no está tan lleno, a ver mañana que no se trabaja.
El estruendo que hacen las danzas llamó la atención. Tambores y chirimías acompañaron la danza de los Tastoanes y los Matachines. Danza de los Tastoanes representan a los “Tlatoani”, vocablo náhuatl que significa (Señores que mandan), donde los personajes bailan disfrazados con máscaras, pelucas, sombreros, capas y bastones, entre otros accesorios.
La máscara es el elemento transformador del ser humano. El sujeto portador de la máscara adopta la personalidad de la representación ficticia: sea animal, otra persona, o ser fantástico. La ruptura de la imagen del rostro en otro que no es propio, el cual establece una metamorfosis que se encarna en el transformado, en el portador de la máscara.
Hans Belting (2007) expone que el cuerpo es el portador de la imagen. La máscara proporciona al respecto nuevamente la idea más concreta. Se la coloca en el cuerpo, ocultándolo en la imagen que de él muestra. Las máscaras con formas de personajes humanos y animales están decoradas con heridas y cicatrices que simbolizan las batallas. Llevan rasgos indígenas en el color oscuro de la piel y cabello largo hecho con fibra de maguey, colas de caballo o ixtle. José Daniel, carnicero de profesión, explica:
Antes yo también danzaba en la fiesta. Nomás que ya no queda tiempo […], ahí están bailando mis sobrinos y mi hermano, por eso todos participábamos, yo duré mucho tiempo en la danza, pero estos días hay que vender, porque la carne se vende […,] se consume carne para la semana y van y compran.
También hubo opiniones de los niños como comenta Rubén, estudiante de cuarto de primaria:
Me gustan las danzas aunque no me gusta mucho que truenen el látigo cerca de la gente, pueden provocar accidentes, los que traen látigos. […] No me dan miedo, porque conozco a varios que andan disfrazados hasta tengo un látigo que hicimos en el salón, pero yo solo lo practico en el patio.
Santo Santiago, personaje principal, montado en su caballo blanco y con la espada que blande para vencer a sus enemigos se representó por Salvador Rosales, quien lleva participando 16 años. Es una especie de manda representar al Apóstol que luchó con los Tlatoanis que defendieron el reino tonalteca. Explica Georgina, comerciante:
Mucha gente vinimos a ver cada año al Santo Santiago para pedirle favores. Es muy milagroso, ha hecho muchos milagros a la gente aquí. […] Hay mucha devoción y fe.
Aunque también los mismos Tastoanes son considerados milagrosos, relata Jimena, empleada de farmacia:
Aquí les pedimos también a los Tastoanes, hacen milagros, también viene gente de fuera a pedirles […] hacen muchos milagros, la gente les tiene fe.
Una banda musical se presentó en la plaza Cihualpilli, escenario principal. Sus integrantes al alegre ritmo de la tambora y la tuba fueron ejecutando varias canciones. Luego, otra banda tocó para que la música no dejara de sonar. Bocinas instaladas en torno al escenario hicieron que la música se escuchara fuerte. Comenta Pedro, turista de Monterrey, Nuevo León:
Allá donde vivimos no hay danzas de este tipo. Si se veneran los santos y tienen sus fiestas. Pero aquí podemos ver en vivo la celebración, eso es muy bonito y nos tocó verlo.
Los juegos mecánicos fueron un atractivo para muchas personas que se subieron a carruseles y sillas voladoras, entre otros. Cuando llegó la noche, los juegos artificiales llenaron de luz el cielo, diversos cohetes y luces de colores iluminaron el cielo sobre la plaza escenario Cihualpilli. En las calles la kermes con puestos de todo tipo de productos: comida, ropa, artesanías, regalos, etc.
Los resultados muestran que la significación es variada y que cada grupo social, en tanto familia, grupo de amigos, gremio, asociación, etc. tiene ideas de la fiesta, algunos recuerdan que siendo niños los llevaban sus papás. Otros señalan que algunas tradiciones han ido cambiando como por ejemplo las vestimentas de los Tastoanes antes eran pieles, pelo de caballo, plumas, máscaras más elaboradas; ahora los danzantes portan atuendos que muestran la globalización: por ejemplo había Tastoanes que cubrieron su espalda con toallas de personajes de caricaturas japonesas, lo cual es referente de una modernidad que incide en las tradiciones.
Néstor García Canclini (1999) describe la globalización como afectación de los patrimonios tradicionales. También algunos Tastoanes danzaron con gorras de béisbol con escudos de equipos norteamericanos; es una hibridación de las prácticas tradicionales como refiere García Canclini (1999).
Si bien, tradicionalmente los vestuarios de los danzantes no incluían tenis, en la región se usan botines o huaraches como referente de ropa de trabajo, campesinos, comerciantes, alfareros y demás actividades que los habitantes realizan. Algunos Tastoanes portaban chamarras militares, las cuales se venden en las tiendas chinas e incluso zapatos de payaso para dar el toque cómico.
Sin embargo, el valor del patrimonio local en los habitantes de ese contexto solo importa porque es el lugar de origen de la familia a la que pertenecen, tiene un valor histórico y de recuerdos, pero la iglesia ahora ha cambiado en la percepción de algunas personas, pues en la Parroquia importa el dinero de aquello que se recauda en la fiesta.
Tiene sentido el argumento de García Canclini (1999), sobre el uso económico que ahora tiende a prevalecer en los patrimonios y en las instituciones que lo resguardan. Incluidas las autoridades del gobierno local que apartaron para vender o privilegiar a sus familiares o amistades en los lugares estratégicos de la plaza Cihualpilli para ver los eventos.
Anthony Giddens (1986) argumenta que las clases populares ubicadas en la estructura social realizan actos de fe y rituales, donde refuerzan su identidad a los grupos sociales que pertenecen. Dichos grupos comparten creencias para tener afinidad.
Charles S. Pierce (1974) expone que los interpretantes se sitúan entre la subjetividad y la acción social. En las prácticas sociales la reflexividad es parte de las formas prácticas de la conciencia (también considera la inconsciencia) en el discurso de las personas que interactúan con el patrimonio cultural. Las diferencias en el discurso se sitúan en la posición social para dar sentido al mundo que les rodea. La producción social de significados es resultado de relacionarse con el patrimonio en forma desigual.
Giddens (1986) expone que las prácticas sociales que realizan estas personas, de manera individual primero luego en forma colectiva como parte de grupos sociales, son referentes de la cultura de la cual forman parte y están inmersas en espacio y tiempo. Por ello, son importantes el contexto del lugar de la fiesta, las características del ritual que se realiza año tras año, el inicio el día 25 de julio y la duración de cinco días de celebración. El ritual de la danza, la música, la celebración religiosa, los fuegos artificiales, la representación, la plaza, las personas como púbico, las autoridades, en suma, y el sujeto son objetos sociales.
Conclusiones
Las significaciones hechas por asistentes, participantes, habitantes y visitantes entrevistados en la Fiesta de Santo Santiago, en este contexto territorial, son variadas y reflejan posiciones de acuerdo con su visión. Los grupos asistentes por lo general fueron familias con sus integrantes. La imagen de Santo Santiago representa el punto de partida del pueblo, de ahí empieza la historia de este lugar.
Es un símbolo de la Conquista, y a pesar de ser una imposición española, se acepta por la población conquistada para pasar a ser parte de la historia. La imagen se considera milagrosa y el culto a ella se mantiene todo el año por pobladores del lugar y visitantes que vienen de otros lados del país, incluso del extranjero.
Hay figuras del Apóstol a caballo que forman parte de la variedad de artesanías que se venden en las calles del lugar. La mezcla de españoles con naturales da como resultado la población que ahora tenemos aquí y aquello que somos. La Parroquia de Santiago Apóstol construida para resguardar la imagen y establecer el culto en la región representa el centro del poblado y también el centro de la fe.
Es el punto medular donde se celebra al santo y su ubicación en el cruce de las calles Benito Juárez y Pedro Moreno, en el centro histórico del pueblo a partir de donde se construyen las demás calles para formar este lugar. Significa para muchas personas el origen del pueblo y el lugar que forma parte de la vida religiosa de sus familias: ahí bautizamos a mis hijos, ahí me casé, ahí fue la misa cuando murió mi mamá.
Las significaciones por la tradición, que hicieron algunas personas, en parte se mantienen original, pero que ha ido cambiando. Modificación de la fiesta por medio de la modernidad, maneras de pensar de aquellos que participan. Algunas deformaciones en las danzas por medio de sus vestuarios. Entre otros aspectos que comentaron es muestra que las tradiciones se van adaptando a la época: el ixtle y la crin de caballo se transforma en plástico, el cuero en hule, los huaraches en tenis, entre otros cambios.
La fiesta en general ofrece un espacio no solo de reflexión religiosa, también de esparcimiento y diversión. Puestos de comida, de chácharas hasta de ropa, antojitos de todo tipo, artesanías y muchas otras cosas en la vendimia. Música a todas horas y personas interactuando en las calles, en la plaza, en el templo, las relaciones sociales se ponen en juego, saludar a los vecinos, a los amigos. La identidad se manifiesta en esas acciones para dejar la herencia a sus hijos. La fiesta significa dar la vuelta en las calles, disfrutar los juegos artificiales, escuchar la música, interactuar con otras personas.
A pesar que la cultura abarca todo tipo de manifestaciones, aquellas ligadas a la cultura popular adquieren importancia para diversos sectores sociales de la población, reforzando su identidad y su sentido de pertenencia. La tradición de un ritual y de una fiesta son relevantes para conservar su esencia de mexicanos.
Las prácticas sociales son entonces un proceso en el cual las acciones de comunicación, expresión y significado se repiten en patrones establecidos en manifestaciones culturales, donde los sujetos desarrollan acciones, primero en forma individual, pero luego en forma colectiva. En estas prácticas sociales se refuerza la identidad y la pertenencia cultural.
Es importante repensar los usos y prácticas culturales que hacen las personas de grupos sociales, donde la estructura se manifiesta en sus discursos, sus acciones, sus creencias y sus maneras de vivir una festividad. Al entrelazar los conceptos de identidad, patrimonio, pertenencia y significación se puede entender la acción comunicativa de la vida social que da lugar a las prácticas cotidianas que se realizan en la cultura.
Los resultados de este trabajo muestran la amplia gama de significaciones que surgen a partir de la interacción con el patrimonio cultural. Pueden aportar a la generación de nuevas investigaciones desde el arte, la cultura o la comunicación que tomen en cuenta la semiósis o fenómenos de significaciones para ver cómo se construye en los asistentes de una fiesta religiosa en entornos de nuestro estado de Jalisco, México.
No importa tanto el saber qué hace la sociedad con el patrimonio cultural, sea tangible o intangible. Tampoco importa tanto el saber qué impacto hacen los patrimonios culturales en la sociedad. Aquello que debe importar más es saber de qué manera se interrelacionan en la acción cultural el patrimonio y la sociedad para plantear estrategias de preservación y convivencia de calidad para la vida cotidiana y la sociedad.
Referencias
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CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO
Herrera Guevara, M. del P., & Haro Reyes, C. W. (2025). Prácticas sociales en la Fiesta a Santo Santiago en Tonalá, Jalisco, México. Córima, Revista de Investigación en Gestión Cultural, 11(20). https//doi.org/10.32870/cor.a11n20.7495
1 Doctora en Humanidades y Artes por la Universidad Autónoma de Zacatecas. ORCID: 0000-0002-3025-1869. Correo electrónico: maría.herrera2029@academicos.udg.mx
2 Doctor en Humanidades y Artes por la Universidad Autónoma de Zacatecas. ORCID: 0000-0001-9378-290X. Correo electrónico: cwharo10@gmail.com